SE ME CONCEDIÓ VOLVER
Regresamos anoche de Monterrey. La boda fue un éxito, incluso los novios dijeron "sí" a la hora en que el sacerdote les preguntó lo de rigor. (En la boda civil, el juez se la pasó haciendo chistes sobre la obsolescencia de la Epístola de Melchor Ocampo, ese misógino que jamás se casó -Ocampo, no el juez-). Canté la misa, pero fue como si no hubiera cantado porque todos los créditos fueron para la socia, todo porque ella interpretó el Ave María de Gounod (¿así se escribe?). Luego en la pachanga cantó Por tí volaré y aguantó bien la nota de trece segundos del final, lo que definitivamente terminó por enterrar todo vestigio de mi participación vocal en el evento. Cuando empezaba a sentirme menospreciado en la inmensidad de una mesa para diez personas donde fui asignado, me vi escoltado por dos botellas de Buchanan's que no me quitaban los ojos de encima. Decidí darles batalla hasta morir, pero por poco muero yo. Fui rescatado por unos anfitriones de lujo, mis sobrinos Sergio y Lorena, que nos trataron como si fuéramos embajadores plenipotenciarios. (Sergio hasta me dió un balón firmado por todos los jugadores del Monterrey -Guille Franco incluided-). Les mando un abrazo agradecido desde esta madrugada.
Hubo docenas de familiares que llegaron desde puntos tan apartados como Chetumal, Mérida, Los Angeles, Veracruz, Arizona, etcétera. Fue un rico encuentro cultural entre mayas, yaquis, ópatas y apaches. Aprendí que los pobladores de la Península de Yucatán tienen una concepción de la vida muy diferente a la de los habitantes del Norte, tan sólo por vivir tan apartados de Estados Unidos y su cultura.
En el vuelo de regreso, mi marciano favorito seguía preguntando sobre las actividades de Osama Bin Laden y los riesgos inherentes de un vuelo en una compañía tan chafa como Aviacsa.
Llegamos a Beautyfulville en mangas de camisa porque en Monterrey hacía calorcillo, pero acá nos recibió un avance del invierno. El viaje fue de grandes enseñanzas. Descubrí, por ejemplo, que puedo cargar cinco maletas al mismo tiempo y que jamás debes de intentar pasar por el arco de seguridad con un cuchillo eléctrico envuelto para regalo (te hacen regresar y por poco te hacen pasar el cuchillo por el arco del triunfo).
Bueno, ya me estoy durmiendo. Buenas noches.
3 comentarios:
¡Próspero año nuevo!
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