lunes, noviembre 15, 2004

ES POSIBLE
(Encuentro amistoso de teóricos literarios)

G. Lukács arriba al club de ajedrez Caballo Negro situado en el barrio de los artesanos en el corazón de Praga. Son las 8 de la noche, la sala se encuentra plenamente iluminada y el humo de los cigarrillos contagia el suspenso colectivo. Se observa una docena de mesas nutridas de jugadores y testigos que atienden a sus tableros. Allá se juegan partidas de simultáneas, acá se observan encuentros contra reloj.

Lukács alcanza a distinguir la figura inconfundible de B. Brecht y se dirige hacia su mesa en el fondo del salón.

-Qué tal, cómo va la partida –saludó Lukács.
-Cómo estás, toma asiento, debo presentarte a mi adversario, es Simón Colet, actor de la compañía de teatro. –Respondió Brecht con una sonrisa.
-Tanto gusto –dijo Lukács estrechando la mano de Colet- continúen el juego por favor.

Apenas pone la mirada sobre el tablero, Lukács se percata de algunas anomalías: el rey negro esta fuera del juego y algunos peones blancos permanecen en la primera línea de su propio territorio. También pudo observar que el par de alfiles negros se situaban en la misma diagonal.

-Por lo que veo esta partida ha terminado –dijo el recién llegado.
-De ninguna manera, apenas vamos a la mitad –respondió Brecht detrás de los gruesos vidrios de sus anteojos.

-¿Cómo es esto?, tu rey ha sido eliminado.
-Eso no dice nada, la batalla puede continuar sin el rey.
-Jajaja –rió Lukács con descaro- han derogado el reglamento.
-Sólo intentamos apegarnos a la realidad.
-Mejor decir que se fugan de la realidad.
-¿Fugarnos… por qué lo dices?
-Porque si desatienden las reglas no podrán participar en ningún torneo.
-¿Y quien habla de competir en torneos? Mi amigo y yo estamos aquí divirtiéndonos.
-¿En que forma dices que se apegan a la realidad? –preguntó Lukács intrigado.
-Piensa por un momento esto: ¿cuántas batallas se han ganado a pesar de la muerte del rey o del comandante?
-No lo sé, supongo que algunas.
-¡Muchas! –dijo Brecht alzando la voz- el rey no es sino otro mortal y aunque muera la vida continúa, así es la realidad. Si no cómo te explicarías las guerras de cien años.

Brecht movió su caballo.

-Ahora entiendo están ideando otro juego –dijo Lukács- pero… bueno, creo que estoy interrumpiendo.
-No, no, podemos charlar y jugar.
-Digo pues que están inventando otro juego.
-No propiamente, sólo intentamos apegarnos a la realidad. Hasta se puede ganar una batalla sin el rey –dijo Brecht convencido- ¿no es así mi querido Simón?
-Así es, es posible –respondió Colet.
-¿Se apegan a la realidad apartándose de la realidad del juego de ajedrez? –terció Lukács.
-Es que la realidad cambia y las reglas del juego también deben cambiar –dijo Brecht encendiendo un cigarrillo-.
-¿Pero bajo qué principios van a adaptar el juego a la realidad?
-No lo sabemos exactamente, pero creo que debemos ensayar y mi amigo Colet ha querido participar en el experimento.

Lukács se carcajeó con aire burlón, luego extrajo una pipa y una pequeña bolsa de tabaco de su saco y estiró las piernas.

Brecht miró fijamente a Lukács, aspiró su cigarrillo hasta el fondo y dijo:

-Mira, si eres partidario del realismo en el arte, por qué no aceptar el realismo en el juego; el juego es también un reflejo de la sociedad.
-Pero no se pueden violentar las normas arbitrariamente sólo por ir con el aire de los tiempos o por sentirse modernista.
-No podrás negar que los cambios en la sociedad suelen tomar al principio un aire de arbitrario y no es sino cuando estos cambios ya se han asentado cuando se convierten en nuevas leyes y costumbres.
-No lo había pensado.

“Jaque”, dijo Colet en ese momento.

-¿Jaque, a quién va dirigido ese jaque si el rey negro ha muerto? –preguntó Lukács sorprendido.
-Supongo que a la dama –respondió Brecht mirando con atención el tablero-, por jerarquía le corresponde el poder.
-¡Pero claro!, con seguridad la dama negra ha conspirado con el bando blanco para hacerse del poder –dijo Lukács con sorna.
-Ahá, ahora has empezado a entender, como funciona la realidad, mi estimado amigo, no han sido las equivocaciones las que han eliminado al rey negro, sino las traiciones, ese es justamente el factor que hemos introducido por ahora en el juego.

-Bueno, señores, creo que esto ha sido suficiente para mí por ahora –señaló Lukács encendiendo su pipa-, debo retirarme.
-Pero si acabas de llegar.
-Entenderé mejor esta partida si tomo un distanciamiento de ella. Que pasen una agradable velada.
-Adiós Georg, espero verte pronto –dijo cortésmente Brecht mientras enrocaba la dama detrás de la única torre que le quedaba- puedo, ¿verdad? –preguntó a Colet.

-Es posible –respondió el actor.

Lukács se marchó.

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