lunes, febrero 02, 2004

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TO BEE OR NOT TO BEE

(O lo que es lo mismo: el esquema de comunicación de las abejas según los admiradores de Jakobson)

Cada vez que leo a los teóricos me convenzo más de que el análisis literario, no obstante la falta de humildad de la mayoría de los teóricos, es algo que merece atención. Pero, bueno, a fin de cuentas lo que merece atención es el relato, la narración en tanto fenómeno. Por eso he decido convertirme yo mismo en un relato, así mereceré atención y además experimentaré por dentro el flagelo del análisis literario.

La opción de convertirme yo mismo en relato no fue fácil (incluso ni factible). De hecho fue necesario desdoblar mi personalidad y deliberar cuál de mis yos sería EL protagonista (es decir, quién de ellos encarnaría el relato mismo). Confieso que no pudimos ponernos de acuerdo. El problema surgió por la pugna aparente entre varios contendientes (no únicamente mis yoes).

En la materia prima del análisis literario, ¿quién es el protagonista?

¿El autor?, sujeto que suele cargar con los aplausos y vituperaciones que pudiere producir la escritura; ¿El narrador?, ente vacío y sin espíritu, suplantador por excelencia, espía, telaraña del lector, veneno de la ingenuidad; ¿El personaje?, sujeto que se aprovecha de la ambigüedad que le otorga el autor mediante el narrador para cometer sus fechorías virtuales (¿distinguen la hipocresía sobresaliente del autor?).

Por eso digo, prefiero ser relato a ser personaje; prefiero ser personaje a ser narrador (incluyendo el narrador-personaje en todas sus variantes), prefiero ser narrador a ser autor. Así pues, renuncio a ser autor y renuncio en este preciso instante a este texto.

-Adopto ahora el papel transitorio de editor para poder presionar sin sentimiento de culpa aparente el botón de post & publish.-

¿Qué hora es?

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