Hoy no fue un día convencional. El maestro de Teoría Literaria tuvo la buena ocurrencia de citarnos a las 7 de la mañana en la cúspide del Cerro de la Campana para tener ahí la clase. Sí, hay camino empedrado para subir a ese montículo ubicado muy cerca del centro de la ciudad, pero el rollo era subir a pié y te toma unos 20 minutos llegar. La vista de Beautyfulville a esa hora en que la neblina empieza a abandonar la ciudad es oxígeno puro para la pupila. El profe llevó café y donas y la clase sobre el formalista ruso Propp, el estructuralismo francés y cosas peores se nos fue como agua.
La raza bajó feliz del cerro, directo al segundo extrañamiento del día, que esperaba en la en la escuelita: la proyección de la película de manufactura hispánica "El perro del hortelano" de mister Lope de Vega, que hizo mas campechana la mañana pues es bastante fiel al texto, toda en verso y bien actuada. Lástima que no todos los días son así pues lo cotidiano es planchar el trasero seis horas en el mismo mesabanco.
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