viernes, enero 07, 2005

TODO CAE BAJO SU PROPIO PESO

No es alarde, ni nada. El caso es que al llegar el Año Nuevo, la báscula me tenía reservada una noticia que, desde luego, no fue sorpresa. Un agujero de mi cinturón ya me lo había dicho, los chismes corren. No fue tanto: unos cuatro kilos y medio, pero es lo de menos, el problema son los recalentados, las sobras, esa plusvalía congelada que permanece al acecho. Resabios del año viejo que buscan permanecer en el tejido adiposo como una nostalgia culinaria. Remembranzas.

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