lunes, enero 24, 2005

EL CORO UNIVERSITARIO EN ÁLAMOS

El cambio súbito de nuestro lugar de hospedaje, pone en claro que la callejoneada en el pueblo de Álamos es una ilusión. Nuestro hotel está a 60 kilómetros del sitio de donde cantaremos el día siguiente; casi todos estamos imposibilitados para viajar y hacer nuestra planeada ronda por las calles empedradas detrás de una musicalísima estudiantina, y bueno, hay resignación, además el hotel está guiñándonos un ojo.

Al mal tiempo darle prisa. Por fortuna, frente al hotel hay dos expendios abiertos hasta altas horas de la noche y hay que celebrar que la cena ha sido de primera: un bufet de guisos mexicanos delicioso y a discreción. La gente aprovecha el semblante agradable de la noche y canta a capella a la orilla de la piscina. Un tenor se ha metido al agua mientras pregunta dónde está el invierno. Vienen historias imaginarias, relatos curiosos, chistes de todos colores. Siempre será disfrutable compartir la risa y la levadura con los amigos. Los merodeadores nocturnos suelen adaptarse a las circunstancias y hacer de cualquier rincón una peña, un bar o un antro. Así sea.

Álamos no es una réplica de Guanajuato. Álamos es un pueblito donde el reloj de la ancestral parroquia jesuita se ha detenido en un mediodía de 1890. Aquello que parece un elevado fuerte militar de ladrillo rojo es ahora el palacio municipal y su enorme interior ha sido adaptado como un enorme teatro para celebrar ahí el espectáculo musical de gala del Festival Cultural “Alfonso Ortiz Tirado” cada año.

Ahí cantó nuestro coro, la estancia se llenó y fuimos recibidos calurosamente por un público de locales y extranjeros. La primera parte fue música litúrgica; sobresalió Gloria de Vivaldi y Aleluya de Haendel, donde el coro luce grandioso. Para cerrar, varios coros de Elíxir de amor, donde los solistas dieron lo mejor que tienen. Aplausos nutridos y ganas de seguir cantando, pero no, ya terminó aquello. Destellos de cámaras fotográficas, felicitaciones y caras contentas. Nada extraordinario. Después del estreno de Elíxir a fines el año pasado, este es un paseo de fin de semana. El horario vespertino para nuestra presentación no satisfizo a muchos camaradas y la mayoría de los miembros piensa que el Coro Universitario debía haber protagonizado una noche de gala. Pero hay mucha burocracia y no menos indolencia, y, en ocasiones, no se da el lugar que le corresponde a una agrupación donde 60 integrantes conforman el mejor coro del estado. Ortiz Tirado se reiría de la miopía oficial. Vendrán mejores tiempos.

Ahora no queda más que rondar un rato por el parque parroquiano donde se venden camisetas del Festival, artesanías, dulces regionales y comida típica; se va la tarde y hay que abordar el camión y cenar en el camino. Llegamos a Beautyfulville a las 3 de la mañana, apenas para dormir unas horas antes de recibir la embestida del lunes.

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