miércoles, febrero 12, 2003

AHI LES MANDAMOS A FRANCISCO ALCARAZ, CUIDENLO MUCHO

Llegué como a las 8 de la noche a casa, muy contento porque estuvimos compartiendo la mesa y los Marlboro con el poeta sinaloense Francisco Alcaraz. Su libro La Musa Enferma fue presentado en sociedad y, ¡oh sorpresa!, acudieron bastante despistados a escucharnos.

Amaranta Caballero, que hoy jueves terminará de atarantarlo allá en Tijuana, tuvo la buena ocurrencia de enviarnos su texto La Musa enferma o el Lenguaje de los Crepúsculos, el cual leí completito despertando aplausos del respetable (y eso que todavía no servían el vino). Ella se encargará de contarles de que se trata, a mí me gustó mucho saber que tiene un perfil de perro sabueso entrenado por el parapléjico del famoso cuento de Bellatin. También leí mi rollo y se redondeó la cosa porque hablé prácticamente nada del libro de Alcaraz. Así que todo salió de maravilla.

Estuvieron también dos colegas de por acá, escritores jóvenes que se declararon amigos de parranda de Francisco, que para mi sorpresa, no toma (confío en que se trate de un desvarío pasajero y me pongo a pensar que esos amigos se toman todo lo que le sirven a Alcaraz). Esos cuates se llaman Carlos Pacheco y Omar Cadena y son especímenes a quien Alcaraz dedica el poema Crónica Parcial de los Noventa.

Estos seres vivos también hablaron y bonito; Omar es buen prospecto para idiotizarlo con un blog. Pacheco es todo un personaje que sabe hacer valer su apellido. Se presentó con una gabardina negra (de esas que yo vendo a 1700 pesos en abonos) y sacó un libro de Baudelaire más gordo que Luis de Alba, dijo que era ni más ni menos la mismísima biblia y consiguió que algunos enseñaran las piezas dentales incisivas y caninas.

Siento que a Alcaraz si le pegó el rollo de Pacheco pues tiene un poema que se llama Baudelaire dixit, y obviamente la idea de La Musa Enferma tiene su origen en el poeta del mal. (No se por qué le colgaron eso de del mal, sé que tradujo muy bien a Poe al francés).

Pacheco, quien es una especie de Kafka de bolsillo, se levantó a media presentación (claro, después de que había hablado), e hizo un escándalo de epopeya al volcar su silla con el faldón de su gabardina negra (esas que puedo rematar hasta a 1500 pesos si pagan al chas chas), y nos congeló la sangre al anunciar su precoz retirada enmedio de aquella batalla amistosa. Dijo simplemente que tenía que marchar a hacer un "examen de francés". Nos quedamos perplejos con todo y Alcaraz, hasta que la pacheca figura de Pacheco se perdió tras el portón principal de la vieja casona llamada Instituto Sonorense de Cultura. Tomamos aire para poder continuar, sabedores de que aquella pérdida era ya irreparable y que sus frases lapidarias dejarían un hueco imposible de llenar. Yo casi lloro, pero me contuve. Me quedé escuchando un eco como el que produce el Nevermore de El Cuervo de Poe.

El público que nos acompañó, fue muy prudente pues no chistó para nada después de lo que dije. Y lo que dije aquí lo voy a volver a decir con menos palabras aunque, eso sí, con el tono de solemnidad que acostumbro en estos casos y que provoca en muchos diversas sensaciones de sueño. Los que quieran seguir leyendo lo harán bajo su propio riesgo (no dejen nada en la lumbre y cierren bien la casa). A quienes han venido padeciendo de insomnio por varios días consecutivos les recomiendo ampliamente seguir. Leer lo que sigue puede curarlos de improviso.

Bueno, lo que dije es que no podría decir si la poesía que se publica actualmente en forma impresa es de mayor o menor calidad que la de hace cincuenta años. Afirmé que actualmente se publica mucha más poesía que entonces. Y no me contuve de agregar que, con menores impulsos propagandísticos y con un filo quizá más efectivo, a través del Internet se agita una cantidad fabulosa de textos poéticos de toda ralea, en especial los confeccionados en el norte del País.

Luego pasé cuchillo al Fondo Editorial Tierra Adentro, creado con el propósito de combatir el anonimato de escritores emergentes del interior de la República. Es este fondo el que publica La Musa Enferma de Francisco que obtuvo el Premio Nacional de Poesía Elías Nandino, en su edición 2002.

No dije nada malo, sólo expuse que existen varias formas de eludir las connotaciones peyorativas del término provincia, como decir que “Fuera de México todo es Cuautitlán”. Otra forma más oficialona es llamar a provincia “el interior de la República”; otra, más simbólica, “Tierra Adentro”. Y que aunque CONACULTA buscaba flanquear un pedo atorado: el centralismo como idiosincrasia nacional, como enfermedad crónica, en este caso, el centralismo en materia de literatura y otros renglones del arte, lejos de equilibrar la balanza, la regaba más. Ya que el esfuerzo con Tierra Adentro resulta en una fragmentación atomizadora y en afirmar que la literatura de provincia es eso: literatura de provincia. Luego me aventé el cuento de que se debería crear un Fondo Editorial Agua Abajo para crear un espacio vital a escritores del DF, exclusivo de ellos pues (México en una laguna...).
Algunos movían la cabeza como si estuvieran acostados viendo un partido de tenis.

Repasé el absurdo que representa, por ejemplo, que se condensen versos de 120 poetas de 30 estados de la República en una antología de Tierra Adentro, y que el tiraje alcance la ridícula cantidad de mil ejemplares. Es decir, menos de 10 ejemplares por cada poeta involucrado. No me ayudes compadre. Había rictus como preguntando de donde había yo sacado ese dato, pero nadie quiso saber, nomás me creyeron.

Más allá de estas consideraciones que pueden resultar hasta curiosas, dije algo bueno, que el quehacer del Fondo Editorial Tierra Adentro se tradujo en un profuso intercambio de textos de diversos estilos, calibres y colores entre los mismos escribidores, y que eso fue mejor que todo la propaganda divulgadora que se proponía. Como el los blogs, pues, escritores leyendo a otros escritores, solo que con los libros es a paso de tortuga marina en un desierto perdido.

Y también dije algo parecido a lo que leí hace rato en el blog de Jorge O., que en aras de la difusión, se colaron en las publicaciones tirios y troyanos; textos buenos, regulares y malísimos. Agregué que ese intercambio sirvió en parte para que los propios poetas y escritores se conocieran, si bien incipientemente, y que eso redundó en transformar el contenido del discurso poético que era mucho más regionalista, coloquial y lugarcomún hace 30 o 40 años que ahora.

Luego dije, y parece que me había machacado el blog de Jorge, que desde el siglo XIX, en que el romanticismo emergió predominante en diversas áreas del arte, el subjetivismo ha logrado diluir las posibilidades de establecer una tipología que permita juzgar la legitimidad de una poesía determinada. Y que los que han intentado escudriñar la labor poética pronto son acusados de nominalistas o de mecanicistas. (No lo dije pero a veces nomás los apedrean).

Envalentonado empecé a tirar parejo a los poetas malos y Francisco nomás volteaba de reojo. Despotriqué contra los textos repletos de adjetivos redundantes y ociosos, expresiones herméticas y ocurrencias sin justificación médica, metáforas huecas y de comprensión exclusiva del autor o de su secta, y señalé que estos textos empezaron a colarse como formas aceptadas de expresión poética, lo que ha traído como consecuencia una malversación del discurso poético en aras de la libertad de creación.

Ya entrado, me lancé contra el rollo del lenguaje por el lenguaje mismo, que se convirtió en escuela poética predominante, (no dije libreversistas a ultranza pero aquí podía haber incluído a esa secta) y señalé que con esta tendencia se garantizaba el fracaso a largo plazo de todo signo de inteligibilidad en materia de poesía. Postmoderno, surrealista, neobarroco, fueron algunos de los adjetivos que se pueden atribuir a los ramales de esta medusa, abundé.

También insistí en la urgencia de desmistificar tanto el proceso de “crear” poesía, como la práctica de estudiar y caracterizar a la poesía, a sabiendas del riesgo que conlleva esta empresa (se nos van a arrancar muchos). Dije que eso era posible. (Uy que miedo).

En plan de descubrir el hilo negro, dije que no existe una receta para escribir poesía. Y hablé de que existen cauces estrictos tradicionales de rima y métrica que posibilitaron formas riquísimas de expresión y musicalización poéticas (pienso como Jorge O. que eso ya se anda olvidando y me dan ganas de darles a todos Centrum para revitalizar la memoria); luego agarré vuelo para rematar con que esas modalidades deben de enseñarse, estudiarse y ensayarse por todo individuo que se precie de ser amante de la poesía, independientemente de que después vaya a dedicarse a la albañilería.
Abogué pues, por las formas clásicas de versificación, que actualmente son especies en peligro de extinción. (Ya me llamaron los de Greenpeace).

Ahora voy a citarme textualmente para que no quede duda del carácter soporífero de esta perorata (además porque ya me duelen todas las cervicales, incluso las de los piés):

"Formas menos rigurosas, aceptadas y promovidas por la modernidad, destaparon una caja de pandora de donde escaparon talentos desconocidos así como también fraudes voluminosos. Todo en nombre de la poesía.

"Si Percy Shelley se esforzaba en determinar que la gran poesía atiende a desentrañar conceptos profundos y apasionantes sobre el hombre y la naturaleza, ahora la modernidad nos impone caminos baladíes y pueriles en nombre de la libertad. ¿Obedecerá a ese hecho que la poesía sea actualmente una afición declinaria? (esta última palabrita ni la busquen en el diccionario porque no existe pero es clarísima)

"Si Edgar Allan Poe ponía en nuestro pupitre los alcances del rigor de su método de composición, ¿por qué razón renegamos de su sabia enseñanza, despreciamos la existencia de formas cognoscibles de creación artística y deponemos esa herramienta al invocar una dudosa inspiración. ¿Será esa la causa del arribo del oportunismo al mundo de los versos? (Alcaraz, ya ni voltea a verme).

"Si el arte no es un artilugio para conmover el alma ciudadana y conducirle a las alturas que merece su destino, entonces el arte descenderá al oprobio, siguiendo al ritmo de los tiempos como un poderoso buey que se acobarda al menor estirón de la argolla que encadena su nariz. (A estas alturas muchos tenían la expresión del emoticono sorprendido, no obstante que fue esta una de las mejores alegorías de la noche, lo que se me hace extraño es que yo fui el único que lo noté).

Rematé con:

"El arte por el arte, el lenguaje por el lenguaje mismo, son veleros de papel que sucumben frente a la tormenta de un abanico de pedestal (De plano mi frase favorita de la noche aunque lo de "de pedestal" puede quitarse) Para el ciudadano común, el quehacer literario de estas ópticas se vuelve oscuro simbolismo en el que no encuentra respuesta a sus interrogantes existenciales, lo que lo aleja de la poesía. (Algunos hicieron cara de "Cómo separarme de tí si no te tengo").

Para arreglar el enredo creado hasta este momento, y viendo que Francisco como que deseaba acabarse los Marlboro de una fumada, tuve que terminar diciendo lo siguiente:

"Contra lo que pueda suponerse, estas observaciones sobre poesía no tienen el menor ánimo de juzgar la obra de Francisco Alcaraz, a quien conozco más por el talento que leo entre los versos de La Musa Enferma, que por los datos, casi siempre inútiles y nunca suficientes, que proporcionan los forros del libro sobre su persona y su novel obra. No traen estos datos por ejemplo, dije, la marca de su cerveza preferida o el género de las canciones que le gustan.

"En todo caso compartimos entre todos la discusión de ideas literarias tratando de delinear el contexto del plano en que se gestan. (Ni yo me entendí).

"De un libro de poesía pueden surgir los más melosos comentarios tanto como las peores vituperaciones. Aquí, nuestro único afán es dar la bienvenida a Francisco y reiterarle que su palabra es bien recibida y que su esfuerzo poético es reconocido de antemano". FIN DEL ROLLO.

ATENCION

Para quienes aguantaron leyendo este post hasta aquí, gracias, deveras los admiro. Los que se durmieron, gracias también por comprobar que mis palabras pueden tener una utilidad. Los que simplemente sufrieron algún vahido, estremecimiento, mareo, baja presión o bochorno menopáusico, por favor escríbanme a mi E-mail describiendo los síntomas. Yo les responderé inmediatamente y les haré una mejor oferta de las gabardinas negras de piel.

Allegro finale

Al término de esta feliz presentación donde las réplicas y los mariachis callaron, un cellista con notorias cicatrices producidas por el alcohol en sus ojos y su aliento se aventó un adagio de Albinoni y una piecesita de una suit para cello de Bach. Francisco ya para estas alturas estaba en éxtasis (¿Sería el hambre?). Después le dimos mate a unos litros de Chabliss de Carlo Rossi que sabe delicioso, especialmente cuando no hay de otro. Desafortunadamente las salchichas de la botana eran Bafar y a mí las que me gustan son las FUD (por eso pongo Fud con mayúsculas).

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