FIEBRE DE SABADO POR LA NOCHE
Es tarde, ni hablar. Llegué de una pachanga sui géneris que luego les cuento. Y como tengo la manía de confirmar si el blog sigue siendo el enlace interactivo que prometía ser, pues me puse a revisar blogs y blogs y blogs. Me encuentro que algunos blogs abandonados empezaron a resucitar. Otros como que agarraron un segundo aire. Otra variedad, los que empezaron siendo un desfogue del espíritu, se trocan ahora en anatemas del desvelo. Hay unos blogs que empezaron calmaditos, con dos o tres renglones anémicos y ahora empiezan a cobrar formas gimnásticas. Pero, sí, se ve como que ahí vamos con la interacción blogueril, con algunos prietitos en el arroz, pero ahí vamos, a ritmo de vals, pero ahí vamos.
(Aprovecho para denunciar que el bacalao a la vizcaína que alabé en mi post del 18 de enero, resultó ser en realidad un residuo voluminoso de la cena de año nuevo de su autora, eso lo acabo de saber hace menos de dos horas y les comento el dato, en apariencia nimio, para traer a colación un asunto de mayor trascendencia: que comunicárselos habla mucho y muy bien del poder del blog. Imagínate un comentario semejante de L. Tolstoi a M. Gandhi a través del correo de su época -este simil se está convirtiendo en una obsesión en mí-).
Desde luego, no pasó desapercibido el monoblog de HY que me asustó tanto como una película de tema extraterrestre que se hizo en los 50s pero cuya idea original fue tomada de los alcances uforísticos de Ray Bradbury, en la que unas rocas llegadas de no se dónde empiezan a reproducirse descomunalmente y a una velocidad solo comparable con la rapidez con la que se registra el período de tiempo entre que muerdes un chile habanero y que tu cerebro te advierte que cometiste un error grave, amenazando con acabar con toda forma de vida y convertir al planeta en una enorme piedra informe, algo así como el mundo bizarro que aparecía en Superman (serie original del comic).
Supongo que H ya visualizó los alcance de su empresa: que construye un antitratado de postgeopolítica. Por la forma que va adquiriendo su aportación, esto promete convertirse en un nuevo paradigma para toda investigación posterior sobre política, el arte de la guerra y la guerra cultural. Distingo que todo esto empezó con la presentación que realizó H en un encuentro de poetas, lo que me hace suponer que la poesía sigue siendo, a pesar de quienes se obstinan en difamarla, un disparador nato de la especulación física y metafísica.
Para los que no sepan del tema: la especulación física es aquella especulación que se desprende, por ejemplo, de encontrar que han desaparecido dos litros de leche que permanecían intactos en el refrigerador antes de ir a la pachanga sui géneris que luego les contaré. No se aprecian rastros de que mi marciano favorito o las chicas superpoderosas estén fabricando queso clandestinamente, ni nada. El hecho habla quizá de ciertas tenencias alimentarias domésticas que toman ahora un rumbo no deseado, pero que, por la hora, no me detendré a analizar más ni a agregar más ejemplos de especulación física.
Además, dan vuelta por mi cabeza un enjambre de nombres de novelistas mexicanos que sólo de pensar en leerlos, me hacen sentirme como el abducido que relatan en un blog: desesperado y paranoico.
Por otra parte, cargo una dolencia en un músculo posterior de mi muslo izquierdo, resultado de una finta infructuosa que un lateral izquierdo del equipo Ingenieros adivinó y que me obligó a salir del juego cuando apenas iban 20 minutos el primer tiempo. Para los estadísticómanos: Perdimos 3-1. (Ahora que hablo de este deporte, reto a que alguien presente una teoría competente sobre cómo lanzar efectivamente los penales contra porteros zurdos, algo que nadie en la blogósfera ha querido siquiera comentar, ¿qué pasa?).
Adicionalmente, crónicas cotidianas de la región más transparente (el DF), links sobre los parties del fin de semana, el emoticono de la monja que amablemente nos presenta perrita del mal y la terrible noticia de que muchos tags viven una especie de muerte cerebral, me afectan emocionalmente y completan un cuadro mental peligroso que me exhorta a ir directo a dormir, sin que agregue más a este soporífero post.
posdata: también recomiendo a los que han manifestado síntomas crónicos de insomnio a que hagan lo que yo, por nuestra salud: dormir un poco, hagámoslo en defensa propia.
Ya, ya me voy, pero se que no dormiré agusto si no digo esto: a mí sí me duele que se haya destruído el transbordador espacial, siento cariño por los transbordadores. Me pudo lo del Titanic y también el famoso incendio del Zeppelin legendario (frase distractiva para ocultar que no sé la fecha del accidente, aunque la del Titanic sí la sé: 1912). Ahora me puede lo del transbordador, me puede porque ya había pasado antes y muere gente, no como en el billar que se siguen cometiendo los mismos errores y no pasa nada. Good night.
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