jueves, febrero 27, 2003

NO NECESARIAMENTE EN ESE ORDEN

Me pasé una hora en el billar esperando a mis contrincantes de toda la vida. Nunca llegaron. No perdí el tiempo, al mismo tiempo que veía reiteradamente el reloj no perdía detalle de lo que ocurría en una mesa de carambola. También reviraba ocasionalmente al televisor donde pasaban un partido de la NBA en el que los negros gigantones dominaban plenamente (en ambos equipos, entre el público se veía parejo). Regresé a casa viendo que mi cena gratis se alejaba aleteando. A las 10:30 llegó mi hermano menor disculpándose de no haber podido llegar a la cita. (Yo apenas iba en el blog revisado número 28 con la preocupación de que muchos blogueros están de plano en huelga). Quesque tuvo examen en la maestría (¿hay maestría nocturna?).
He escuchado mejores pretextos de gente analfabeta. Incluso le he escuchado mejores pretextos a Vicente Fox, por ejemplo, su amable charla telefónica con Fidel Castro.

Por cierto, mientras desfilaban blogs ante mis ojos, chateaba y trataba de explicarle a David M. que Fox iba a salir perdiendo, independientemente de si apoyaba o no las intenciones de Bush contra Irak, pero me calló la boca señalando: "Fox perdió desde que ganó". Mejor cambié de tema y me puse de acuerdo para jugar ajedrez con él por la red, lo que a todas luces era mejor que dilucidar la encrucijada de Fox...

Pero ahora retomo el tema (el anterior, no el de Fox): llegó mi hermano disculpándose y, tratando de minimizar la afrenta de tenerme esperando una hora, me invita unas chelas y una cena. Me hice del rogar un par de segundos y acepté con una condición: que fuésemos a El Leñador donde venden tacos de cabrería y de tripitas que son un manjar digno de gustos delicados como los de George Bush y George W. Bush, aunque no necesariamente en ese orden (no necesariamente en ese orden George y George W., los tacos de cabrería y de tripitas sí).

Fuimos ahí, pues. Además de que los frijoles charros estaban de lujo, mi hermano, luego de asistir a un importante evento que incluía a "los tres niveles de gobierno", traía una plática pormenorizada y exquisita acerca del mal gusto que tiene la alta burocracia de este estado en materia de temas de sobremesa. Yo le pregunté que si esos temas eran semejantes al que estábamos compartiendo en ese momento. No respondió, simplemente hizo una señal con sus ojos para que volteara a la mesa de atrás donde estaban unas chicas de buen ver y mejor planchar. Yo volteé disimuladamente y pude ver lo que dije en el enunciado anterior. Hice el gesto de aprobación típico de los machos impotentes que se la pasan buscando chicas de buen ver y mejor planchar. Luego me eché un cucharazo de los frijoles charros de lujo y, &%$#"%$, me percaté de que mi fino hermano había vaciado un copioso chorro de salsa en mi plato mientras me distraía viendo la mesa de atrás. De sólo ver la salsa me había abstenido siquiera de probarla, ahora la degustaba a granel.

"¿En qué estábamos?", me dijo el hipócrita y se soltó riendo.

Esas cosas seguro las aprendió en la UAM Xochimilco, donde los licenciados se hacen poetas y usan dos relojes.

Volviendo al tema (ahora sí el de Fox), le dije a mi hermano lo que no pude terminar de contarle a David M.: Que si Fox apoya a Bush en su travesura militar, va a enfrentarse a la "conciencia histórica" de México, a la doctrina Estrada, al nacionalismo revolucionario, a la izquierda elegante y a la debacle electoral de su partido en las próximas elecciones federales (las intermedias); y si no apoya a Bush, entonces va a enfrentar la devaluación del peso, el retraimiento de la industria maquiladora, el desquiciamiento de los mercados y el desmoronamiento de ese hermoso anuncio panorámico llamado "el cambio", lo que casi de seguro llevará a Roberto Madrazo a la presidencia y a Manuel López Obrador al trono, en lo que será el nuevo modelo político de México, la monarquía republicentrista. (Para entonces ya me había acabado los frijoles charros enchilosos y dos vasos de horchata. Las chelas fueron una ilusión).

Mi hermano, que por su preparación académica y su encumbrada circunstancia laboral en el organigrama del gobierno federal tiene una visión profunda y conocedora de estos temas políticos y económicos, me dijo: "Oye, por cierto, ¿compraste tus números de melate?"

Yo le respondí con la verdad y agregué que no creo en la suerte ni en horóscopos ni en sorteos del zodíaco, que unicamente había comprado tres melates con revancha. Cuando llegaron los tacos nos concretamos a hablar de la mala tarde que tuvo Cruz Azul el domingo, de la resurección de las Chivas y de lo terrible que son los programas Acción y DeporTV, simplemente por el hecho de que se transmiten a la misma hora. Pagó la cuenta y regresamos.

Eso fue todo, además ya tengo sueño. Por situaciones como esta es que generalmente no se me encuentra los miércoles. Nos vemos mañana.

P.D. Mi blog anda medio desconchiflado. El último post que aparece está a medias y no encuentró el logo de blogspot, de modo que entro a mi posteador desde otro blog. (¿Qué está pasando, Rafa?).

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