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S.O.S.
Ultimamente he escrito poco, no ha sido por falta de ganas sino de tiempo. Eso por un lado. Por el otro, ocurre que esta PC se ha convertido en un campo de batalla que involucra a todos los miembros de esta familia postglobalizada. Por ejemplo, la socia se fleta leyendo mails aburridísimos de familiares que envían el mismo chiste cada uno por su lado, además lleva las cuentas del bisnes en un programa al que no le entiendo mi madre; mi marciano favorito no pierde oportunidad para agandallar la máquina alegando que ya encontró el último site de los temibles Bionicles, esa especie nueva de transformers que disputan la tierra ignota de Metru Nui, además, juega videogames como si por la noche fuera a ser ejecutado y llevado a otra galaxia donde no existen PCs; la chica superpoderosa tiene no menos de 50 chaters en su lista, mordiéndome las uñas he visto su destreza para chatear con 10 a la vez (pobre cabecita, con razón escribe Guajaca en vez de Oaxaca), yo no puedo ni chatear con dos al mismo tiempo porque luego comienzo a contarle a uno lo que debía decirle al otro.
Así las cosas, llego a mediodía a comer y la PC ya está ocupada y con lista de espera. Me anoto. Cuando ya me toca resulta que tengo que irme a chambear. Llego a la hora de la cena, lo mismo. Ahora mi marciano favorito está a punto de romper un récord de puntos en algún videogame de Cartoon Network y no puedo frustar sus logros so pena de convertirme en un Hermann Kafka, o bien, la chica superpoderosa está discutiendo por el chat la tarea de mañana con por lo menos la mitad del grupo, inútil intentar interrumpirla. Por eso blogueo después de las 11, como ahora. Sólo que ahora ando out (ah, y además aquí van a estrenar el dvd con no sé que película, huele a palomitas).
Mañana será otro día.
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