sábado, enero 03, 2004

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EL LIBRO Y EL BLOG. LA SIGUIENTE GENERACIÓN

El libro como objeto-mercancía no desaparecerá, sería utópico afirmarlo. No desapareció tampoco el uso de la leña con el aprovechamiento de los combustibles fósiles (y qué bueno, porque las tortillas de harina deben hacerse en un fogón, si no, apenas serán tortillas Tía Rosa), y estos continuarán utilizándose aún si se desarrollasen los usos pacíficos de la energía nuclear u otras fuentes. Esto nos habla de que medios análogos pueden convivir en afable tolerancia.

En su caso, conforme se populariza la utilización del internet, una creciente cantidad de textos son leídos por el aglutinamiento de usuarios. Esto significa horas-hombre invertidas en leer textos en el monitor, volumen de tiempo que de otra forma se habría utilizado probablemente en leer textos impresos, aunque no necesariamente (hay blogueros que simplemente no leen ni los periódicos). Hablamos de horas-hombre de abstracción lectoescritora; el bloguero se habitúa a leer a cierto círculo de blogs que considera atractivos, y a escribir aquello que le satisface. Los blogueros, al menos aquellos que teclean con cierta periodicidad, han modificado de alguna forma sus hábitos cotidianos, robándole espacio a actividades como ver televisión, ir al cine o leer.
Gracias al internet, las bibliotecas pronto se convertirán en museos del siglo XX, en tanto que los diccionarios y las enciclopedias van que vuelan para ser los mamutes de la literatura, pesados mamíferos de papel; ineficientes y aparatosas piezas de museo.

La modificación de la conducta que experimenta el bloguero, blogadicción le han denominado, va incidiendo paulatinamente en la conducta social, quizá como ocurrió con la introducción inexorable del teléfono en la vida cotidiana, de forma que tiende a consolidarse como un elemento cultural innegable. Por ejemplo: Daniel S. comenta su satisfacción por la familiaridad con que interactúa con gente que sólo conoce a través del blog, y apunta al hecho de que el medio permite un tipo de acercamiento novedoso entre individuos que comparten la afición por escribir, entre otras cosas. Esta “novedad” posibilita un acercamiento desprejuiciado, lo que se explica por el hecho de que muchos de los blogueros no son “escritores” en el sentido corriente del término. Gracias en parte al anonimato relativo que permite el blog, la escritura empieza a abordarse desde una perspectiva que ignora la censura potencial que permea en los textos impresos, contraviene las "decencia" gramatical y se perfila como un instrumento de experimentación por excelencia; como resultado, aparecen ciertos talentos o vocaciones escriturales que los propios blogueros desconocían de sí y que posiblemente no se hubiesen manifestado de no ser por el blog. En poco tiempo, mitos y leyendas creados alrededor de la figura del "escritor", embustes creados por los propios escritores y críticos literarios (príncipes y mendigos de la República de las Letras), comienzan a cuartearse y a venirse abajo. Escribir no es un don de iniciados, es algo que, en mayor o menor medida, cualquier comadre puede desarrollar si se lo propone. El blog proporciona esa posibilidad.

Si alguien tuvo la idea de que el ofrecimiento de bitácoras electrónicas gratuitas redundaría en recaudar información clasificada sobre perfiles sicológicos, sociales o nacionales, a fin de utilizarlos como instrumento de inteligencia política, debe haberse percatado ya de lo costoso de la empresa. De hecho, no es posible cuantificar aún el impacto que este medio tendrá en la conformación del perfil de la siguiente generación y sus consecuencias. Los servicios de seguridad estadounidenses suelen olvidar que la inteligencia humana encuentra sus propios cauces de expresión y que la censura siempre será una enfermedad periódica.

(-Humphrey, ya párale, estás dándole vueltas a este pedo-. “Esto no es un texto, estoy experimentando con un nuevo tipo de somnífero, ¿no te has dado cuenta?”). Seguirá.

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