lunes, octubre 17, 2005

AÑORANZA
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___Haber nacido a unos metros de la frontera con E.U., llevó a mi primera infancia a aficionarse al beisbol. Mi padre y mi abuelo viajaban ocasionalmente a Los Angeles a ver los juegos de los Dodgers y conseguían pelotas firmadas por estrellas de aquellos polvos. Ya he dicho aquí que jugábamos en los arenosos confines de nuestro barrio que terminaba justo en la cerca metálica de la frontera con Arizona; de modo que era una rutinario introducirnos para recoger las pelotas que se iban de foul al otro lado. Eso no lo podía evitar la migra que siempre estaba atenta cuidando su parte de desierto.
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___Era aquella una época en que se tenía acaso una televisión en blanco y negro y podían verse únicamente canales en inglés. Son los sesentas, y nos criamos viendo series como Bonanza, Lassie, Los intocables y muchas otras, todas en inglés. Los sábados eran malgastados en sesiones de caricaturas que iniciaban a las seis de la mañana, cómo no me voy a acordar. Pero si algo había que ponía a todo mundo alrededor de la televisión, eso era la Serie Mundial.
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___Con el futbol hice pactos de sangre que mantienen su vigencia, pero, por las razones que señalo, el beisbol no era nada ajeno para mí (me refiero a las Ligas Mayores, porque ni la Serie del Pacífico y mucho menos la Liga Mexicana llamaron menormente mi atención nunca). Por ejemplo, en Hermosillo jamás he asistido a un partido de los Naranjeros, pero las series de campeonato y la Serie Mundial es otra cosa. El fin de semana vi ganar en su división a los Medias Blancas de Chicago que atropellaron a los Serafines de L.A., y hoy presencié el quinto juego de la serie por el campeonato de la Liga Americana, que estuvo infartante. La pizarra favorecía a los locales Astros de Houston por 4-2 por encima de los emblemáticos Cardenales de San Luis, faltaba un out para cerrar la novena entrada y, contra el pronóstico, dos lograron embasarse. Vino Pujols, un centroamericano que tiene un par de brazos anabólicos y que no había bateado nada en 17 turnos y botó la pelota del estadio: 5-4 se puso la cosa y obligó a llevar la serie San Luis para un sexto y quizá séptimo partidos. El estadio, que era todo de cerveza y risas, se convirtió de pronto en un pueblo fantasma; quienes festejaban por adelantado la victoria se maracharon a casa pensando que éste no es el mejor de los mundos posibles y que es prudente empezar a poner a los santos de cabeza.
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___Así es ese deporte y partidos así tiendo a disfrutarlos bastante. Ruego a mis exigentes mentores serenidad y paciencia.
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4 comentarios:

fenririel dijo...

Ah, sí, la Serie Mundial... creo que es el único evento de Estados Unidos en que el campeón sí tiene algún derecho de proclamarse "Campeón del mundo", dado que es el único deporte donde hay más jugadores foráneos con talento que estadounidenses (si bien es cierto que sigo pensando que los cubanos son los mejores peloteros del mundo).

Mi afición al beis comenzó con aquellas infartantes (me gustó el adjetivo) series mundiales consecutivas que Atlanta perdió en siete juegos, en 91 y 92, contra Minnesota y Toronto, respectivamente. Por no mencionar mi afición local por los Diablos Rojos y aquella emotiva serie de 1994 en que le ganaron a los Sultanes... ah, qué tiempos aquellos :P

A reserva de ver si San Luis consigue el pase a la serie mundial, yo apostaría por Medias Blancas. ¿Cómo ves?

Saludos, y gracias por el abrazo.

nacho dijo...

Fenri: De plano Medias Blancas, contra San Luis y también en la Serie Mundial.
Saludos, gracias por visitar.

Pirer dijo...

El beisbol es el unico deporte que puedo tolerar ver, de niño incluso me apasionaba.
Este post suyo es por cierto, el primero que leo que trate sobre ese fregoncisimo deporte, la blogósfera es (lamentablemente)bastante futbolera.
Saludos.

nacho dijo...

Fenri: Ni modo: será Medias Blancas-Astros...


Pedro: no es que la blogósfera sera futbolera, es que el mundo es futbolero.