viernes, noviembre 18, 2005

EN DEFENSA DE YOKO ONO

Como músico lo admiré mucho tiempo y me aprendía sus canciones (incluso osaba cantarlas). Me gustaba su mirada triste, su sonrisa esquiva, su desdén calculado a los medios y los duetos que hacía con Paul, esa némesis suya. Rescataba yo (al menos eso suponía) lo mejor de lo que algunos autores de éxito describen como "su filosofía"; esa filosofía era la misma de Bakunin, ni más allá ni más acá, con sus diferencias, con dosis inescatimables de buena vida, de ese existencialismo yuppie angloamericano con el que en el fondo no simpatizaba gran cosa. ¿Por qué?, se preguntarían unos amigos que eran fans ciegos de él, pero no habría respuestas para ellos porque yo prefería no decir nada; en esa época no había siquiera leído algo de Bakunin y la palabra anarquismo no era, ni lo es ahora, rastreable en el diccionario de la adolescencia.
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___Lástima, pero Yoko Onno se nos fue presentada como una mujer asiática deplorable y no pocos historiograficomediatrices la hicieron aparecer como responsable demoníaca de la traumática y llorada separación del grupo. Puedes asegurar, dondequiera que te encuentre, aún plena Pamplonada o en la entrega de los premios nacionales de periodismo, que Mick Jagger se botaba de la risa del desenlace de lo que ahora, desde este relato, aparecerá como una versión groggie de una telenovela, pero que fue algo verídico y demostrable, y Mick veía venir la separación porque los conocía.
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___Yoko no era una mujer despreciable en ningún sentido, ni siquiera desde el punto de vista de quienes la valoraron por la fotografía donde aparecía desnuda junto a él con los senos caídos hasta la altura del ombligo (los senos de ella). Lo cierto es que nosotros no dudaríamos en aceptar que fue él quien la animaba a ir a los ensayos del grupo y que fue él quien decidió que ella, a final de cuentas, apareciera como eje de la discordia, como chivo expiatorio, responsable de la separación del grupo. Era una forma de escapismo, porque él no era precisamente desenvuelto. Necesitaba un medio, una válvula de escape (¿una médium?) y se encontró con la japonesa: la víctima ideal: extranjera, artista, talentosa, plástica, desconocida. Ella, la ladina, la que quería meter su cuchara en las producciones del grupo. Eso le vendieron a la opinión pública. Es extranjera, es artista, piensa y opina por su cuenta y, lo peor, ¡es mujer! Eso, más o menos habitaba el imaginario anglosajón porque eso era la propaganda alrededor de la separación. Yoko Ono, responsable de la gran ruptura; una asiática derrumbando la piedra de los ídolos occidentales. Es curioso que las cosas hayan quedado así, con esa versión de Sabritas.
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___Yoko Ono es la madre de Sean y madrastra de Julian, hijos legítimos de él; Julian: su paso por el mundo de acetato de su padre, el de la música rock, no logró distanciarlo del mito, por eso fue episódico, pasajero y olvidable. Sean: una sombra en el carril del buen comportamiento.
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___Pero Yoko, para sí misma, permanecía etérea, inmaculada por los medios que no entienden japonés (los de occidente, comenzando por el Viewer de Londres) . Propietaria de un hijo, de una fortuna y de un mito grandioso que se multiplicaba, se enfrentaba ahora a un fenómeno que no hubiera previsto ni por pienso el día que lo encontró en la galería tratando (él) de desentrañar el secreto de los lienzos de aspiraciones vanguardistas que (ella) había pintado durante el verano anterior. Es curioso que ninguno de los biógrafos de él reparara en una frase que marcaría el futuro de Yoko: What am I doing here? Igual que se eludía su afición al soccer, porque el soccer no ayudaba nada a la publicidad estadounidense, porque el soccer no decía nada allá en esa época.
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___Él mismo no sabía qué hacía ahí en la galería, no recordaba quién lo había invitado y no reconocía sino unas cascadas negras que caían sobre los hombros de Yoko. Un pelambre negro fue suficiente para que él lo trocara en el bosque oscuro que lo apartaría del mundo. No se requiere más. Un cabello, un fino lazo inexpresivo asido al descuido de una camiseta.
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___Él tenía miedo. Y deseaba ser asesinado por Hinckley, o por alguno otro personajes, quizá uno de los míos, no sé, por alguien sin nombre que no supiera que estaba en el umbral de la historia. Eso le daba temor: su vulnerabilidad a toda costa, sus flancos amarillos llenos de cuentas bancarias y de guardaespaldas potenciales. El ídolo resguardado en un departamento del lujoso Dakota de Nueva York, un dios exiliado de sí mismo a la espera de ser demolido tarde o temprano. Era la telenovela de la que se reía Mick Jagger hasta antes de gastar su fortuna en los juzgados compartiéndola con sus esposas.
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___Yoko fue inteligente y lo es ahora, y el mundo le debe una disculpa a pesar de que ese mundo no ha cambiado sustancialmente y de se ve cada vez más lejos el sueño de Imagine. La fortuna de él sigue siendo la de Julian y la de Sean porque el peso de la sangre se condensa en la báscula de Gran Bretaña tanto como en el ábaco japonés. Los polos se repelen, la lucha de contrarios se imagina, dos más dos son cuatro y llevamos una. Este es su discurso, el de él, el que nosotros respetamos desde el intermedio de una película muda. Muda como nuestros juicios sobre los retazos de nuestras preguntas. Como Apolo o Chac Mol, él también aguarda la resurección de los muertos.
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Vamos, Yoko Ono me cae bien.
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5 comentarios:

omegar dijo...

Eh, Humph, Yoko Ono No es la madre de Julian, es la madre de Sean.

Saludines.

nacho dijo...

Maese Omegar: gracias por el dato puntual. Recompuse las cosas aunque la intención del post no se altera. Faltaba meterlo a la sesión de maquillaje, espero que haya mejorado. Thanks.

El Chukustako Tiroleiro (¡ajua!) dijo...

Mira, diras lo que quieras Humprey, pero los gritos horrendos que pegaba y que ella llamaba cantos, en aquella aberracion llamada Plastic Ono Band, siempre fueron suficiente razon para hacerla merecedora de la horca.

Desde mi punto de vista el romance de Paul y John tuvo un punto de ruptura cuando el se enamoro. Pasa en todas las parejas de amigos (parejas en doble sentido, si). Es una historia vieja, pero universal tambien.

Voy a la mitad de tu libro, sumamente disfrutable. Lo que no entiendo es como con esa prosa viviente y pulida puedas decir que te gustan las mamarachadas que yo escribo.

Un abrazo.

Carlos Mal dijo...

A mi me gusta Yoko Ono como me gusta Josue el biblico, Sanson, los jacobinos, Derrida y los cabrones que tiraron las torres gemelas. La destruccion los eleva...

Oye. Sabias que tu blog tiene comerciales???

nacho dijo...

Chukustako, gracias por tu comentario, lo que dije de tu prosa lo sostengo y te lo he argumentado, los temas son lo de menos, he subrayado el lirismo con que narras, lo demás es cosa de pulir cosas menores.
Ni qué decir de la Yoko cantante, el punto es la forma en que se manejó la figura de esa "mujer extranjera, rara, no confiable", todo esa basura racista y machista.

Carlos: welcome home. Te dejé un comment en tu blog. No coincido con el atentado de las Torres Gemelas; me resisto a aceptar que muera gente inocente, sea en Bagdad, en Nueva York o en Pitiquito. Saludos.