martes, noviembre 29, 2005

LITERATURA Y MERCADOTECNIA

Lamento no estar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Pero no lamento estar aquí porque desde aquí puedo decir que lamento no estar en la FIL de Guadalajara (y eso de qué te sirve, baboso).

Leo que Vargas Llosa rompió record de ventas en la FIL con su "La tentación de lo imposible", vendió 600 ejemplares en una hora (aunque no pudo romper el récord de autógrafos de Yahir). Yo tardo tres días en reunir un número semejante en visitas a mi blog.

El affaire Tomás Segovia resulta hasta chistoso. Los familiares y albaceas de Juan Rulfo se sintieron ofendidos por el otorgamiento del premio J. Rulfo a Segovia, escritor que ha vertido comentarios inexactos sobre las fuentes culturales de Rulfo, y ahora pretenden desligar el nombre del Rulfo de ese premio. ¿Qué diría Rulfo?

Segovia ha de decir "retiren el nombre, pero antes denme mis cien mil dólares".

Bueno, el caso es que con esa postura la familia y la Fundación Juan Rulfo se colocan debajo de
los reflectores. Publicidad es lo que menos le falta al escritor jalisciense, ¿no creen?

3 comentarios:

Goyo dijo...

Que tal Nacho, estaremos pendientes con lo de la teoria de los penalties, te envio un artículo que me encontre sobre una forma peculiar de ejecutar penas maximas, en este caso el ejemplo es de Totti jugador de la Roma, el texto en cuestión es de Enric González:

La Cuchara de Totti

"Mo je faccio er cucchiaio", dijo Totti. Y a Maldini le sonó tan raro como a cualquier lector español. Luego, cuando el tótem milanista tradujo mentalmente del romanesco al italiano, la cosa le sonó aún más marciana. En aquellas circunstancias, lo último que podía uno esperarse era un cucchiaio del romano más castizo desde Alberto Sordi. Maldini se quedó lívido.

Era el 29 de junio de 2000 y la semifinal Italia-Holanda del Europeo acababa de terminar en empate. Se jugaba en Holanda y los italianos, encerrados en el círculo central, hablaban de quién tiraba los penaltis. Di Biagio fue el primero en reconocer que la cosa imponía. "Francesco, yo tengo miedo", dijo. Y Francesco Totti, en su romanesco cerrado: "A quién se lo dices. ¿Has visto lo grande que es aquél?", resopló, señalando al portero Van der Saar. Di Biagio: "Pues sí que me animas". Entonces llegó la frase inmortal: "Nun te preoccupá, mo je faccio er cucchiaio". O sea, "no te preocupes, yo le hago la cuchara".

El gran jefe Maldini tenía la oreja puesta y al cabo de unos segundos, cuando comprendió, se dirigió con gran alarma hacia Totti. "¿Pero estás loco? Estamos en una semifinal del Europeo". Pero Totti ya tenía la idea clavada en el entrecejo: "Sí, sí, le hago la cuchara".

"Er cucchiaio", "la cuchara", es la marca de fábrica del mejor futbolista italiano. Un toque suave, por debajo del balón, que eleva la trayectoria unos metros y luego la deposita en el suelo, dentro de la portería. Una de esas jugadas caprichosas que pueden hacerse cuando se gana por mucho y queda muy poco partido. Una burla amable al contrario y un guiño al público. Una broma, algo que no se hace en el momento más crucial del año. Lo que pasa es que Totti es Totti. El capitán del Roma tendría poco de qué hablar con Einstein, pero la inconsciencia le da a su juego el toque de locura y genio de los grandes idiotas del fútbol: Totti forma parte de la dinastía de Garrincha, Best, Gascoigne, Cassano. Con la ventaja de no ser cojo, ni alcohólico, ni paranoico.

Cuando le tocó lanzar a Francé Totti, caminó hacia el punto de lanzamiento, miró a aquel portero holandés tan grande, se aproximó al cuero y lo acarició en el vientre. El balón partió en cámara lenta, como un globo de feria, hacia el centro del marco. Van der Saar, en cámara rápida, se había lanzado ya hacia un costado. Y el penalti entró como un suspiro, dulce, desmayado, con la miel de un beso y el ritmo preciso de un buen chiste.

Totti publicará el año próximo un manual de fútbol que se titulará, cómo no, "Mo je faccio er cucchiaio". Será su tercera obra, tras las memorables Los chistes sobre Totti contados por mí mismo y Los nuevos chistes sobre Totti contados por mí mismo. No los escribe él, pobrecito, pero en este caso no importa, porque los beneficios (una millonada) se destinan a beneficencia. Totti es, seguramente, el futbolista que más dinero ha aportado a obras de caridad, el que ha visitado más asilos y hospitales y el que más ha hecho por su ciudad.

Ah para ver noticias frescas de la FIL, un colega xalapeño que esta por allá esta reportando en su blog

www.asteriscoysubrayados.blogspot.com

Saluods, Goyo.

Santiago dijo...

A Rulfo no le hace falta publicidad. Pero a su familia nadie la conoce.

Está bueno lo de Totti

Fernando Celis dijo...

yo quisiera también estar allá en la FIL, pero no se puede...
de cualquier forma voy a ponerme de objetivo para el próximo año, ir, pase lo que pase

saludos nacho...