viernes, mayo 23, 2003

EL REGRESO DEL H

Nos hemos visto un par de veces pero siento una amistad como si fuera de años. Los últimos días anduve preocupado porque no había dado señales de vida (él, porque lo que es yo dondequiera voy dejando rastros de que vivo aún). Buscando que la preocupación pasara a mejor término traté de localizarlo por varios medios, pero no hubo forma. De repente dejó por ahí un mensaje y, bueno, eso me tranquilizó. Ahora volví a ver sus huellas y sí, son sus huellas: se va por los callejones, elude a las multitudes, finge una amistad díscola y atiende asuntos de este mundo como si fueran cortos de una guión de Woody Allen (personajes incluidos), él acá en el papel de un Humphrey Bogart que lo ha perdido todo al final de la película sin desmerecer su sonrisa socarrona que mece un cigarro a punto de morir.

Anduvo por ahí, con alguna mortificación, por ejemplo: vivir. Ahora está de regreso y cuenta que el mundo no ha cambiado, que sigue igual, que la tortura continúa y el final no llega. Me dió risa porque yo también estuve en el Hotel Milán hace muchos años, je, en mi primera luna de miel (y eso porque un excuñado nos disparó el hospedaje). En esa época no había cable, pero ya estaban los escritores (esa modalidad de indispensables) y las presentaciones de libros y Sanborns y la Alvaro Obregón. Pero era la misma Ciudad de México, sólo que con dos terremotos menos. Esta es otra señal.

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