LIbrería de viejo
Sus letras son soldados que se agrupan
sus palabras pequeños pelotones fragmentarios
sus frases y enunciados son patrullas desplegadas
en un ejército de textos extraviados.
Una batalla bizantina da comienzo,
es la luz de una lámpara o de una vela durmiente
lo que lleva a verificar
la vigencia de la armada.
El incauto los mira sospechoso,
en su terca soledad busca respuestas.
El corazón le ordena formarse
en la fila cautelosa de la duda.
Entre páginas de olvido,
entre índices y prólogos amarillos
un mar de contundencia
y desafío parece ser
metralla suficiente
para alterar al mundo
y a sus sueños.
"Diez pesos", dice
el propietario apurando a aquel lector
desenfadado,
"ya vamos a cerrar".
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