jueves, diciembre 25, 2003

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A DESTIEMPO

Cuando leo las reflexiones del Heriberto sobre el tiempo, con recurrencia pienso en las opiniones de San Agustín sobre este asunto. Transcribo una opinión suya que tengo a la mano(de San Agustín que carece de blog, no de Heriberto):

"Lo que por el momento veo con toda claridad es que no existen ni las cosas futuras ni las pretéritas. Y pienso que no se habla con propiedad cuando se dice que los tiempos son tres, pasado, presente y futuro. Más exacto me parece hablar de un presente de lo pretérito, un presente de lo presente y de un presente de lo futuro; porque estas tres modalidades las encuentro en mi mente pero por otras partes no las veo. Lo que sé es que tengo una memoria presente de lo pasado, una percepción presente de lo actual y una expectación presente de lo venidero. Si de este modo se entiende, acepto y aformo que los tiempos son tres, pasado presente y futuro, como se dice en el uso común. No lo reprendo ni lo contradigo, con tal que se entienda lo que se dice y no se preste existencia real ni al pasado ni al futuro. Despues de todo, pocas son las cosas que expresamos con propiedad y muchas las que decimos con impropiedad, pero entiendo lo que queremos decir."

¿Qué?

Por mi parte, y sin soslayar que esto me resulta sumamente complejo, he tratado de defender aquí la idea de la existencia simultánea del pasado, presente y futuro. El cantante, por ejemplo, para interpretar bien una pieza musical debe tener en su mente la idea acabada de esa pieza: principio, desarrollo y final. Cada una de las partes goza de ciertas características. En la mente del ejecutante existen estas partes de forma simultánea, cada una depende de la otra, de forma que juntas (juntas es un decir) crean una unidad de efecto único. Así, al cantar una frase, el ejecutante tiene en mente el final, el sitio hacia el que se dirige y el efecto que imprime a la siguiente frase (presente relativo) debe considerar también la parte que ya interpretó a fin de no redundar en el tedio y conseguir llegar al puerto final (futuro) impactando con éxito preconcebido a la audiencia.

Por otro lado, la audiencia disfrutará el final porque tendrá ocasión de "comparar" esa parte (ese futuro relativo) con el resto (el pasado) en su propio presente. Según San Agustín, esa sincronicidad, cuya existencia podemos corroborar en la mente humana, es un acercamiento a la métrica que utiliza Dios para "medir" el tiempo. Hipótesis elaboradas 1600 años antes de Einstein.

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