lunes, agosto 02, 2004

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EL ENFERMO NO ES LA ENFERMEDAD

Vivimos como si fuésemos a llegar tarde a todos lados; como si en cada sitio hubiese un checador esperando. Nuestras rutinas obedecen al horario; la agenda nos absorbe de tal forma que genera en nuestro organismo estrés y tensión: ira sin control y odio a "lo otro". Vivimos en abonos, la obligación se torna dictadura. El sistema convierte lo que debía ser el suave yugo del deber en un esclavista del siglo XVIII y nuestro metabolismo se ladea hacia la diabetes y el infarto.

Sin notarlo, nos convertimos en seres aislados reclamando tiempo para nosotros mismos, seres individualistas que no reconocemos la enfermedad que nos posee. Luego pretendemos hacer una filosofía de esta condición desastrosa. Pensamos quizá que así redimiremos nuestra miopía.

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