lunes, enero 27, 2003

ACTUACION Y PERSONALIDAD

Cuando me propongo hacer algo, cualquier cosa, pienso que tengo que actuar de conformidad con la excelencia en esa actividad, casi nunca lo consigo, pero pienso en esa dirección. Por ejemplo: si voy a cocinar, me pongo en los zapatos de un chef especialista (aunque sólo vaya a guisar unos huevos estrellados); si voy a escribir, me concibo como si fuera a crear Los Hermanos Kamarazof, El Corán o La Carta Robada; si voy a jugar futbol, como si fuera Zinedine Zidane (sólo que sin sueldo); si voy a vender (que es lo que ocurre con más frecuencia) como si fuera Og Mandino, etc. Si se trata de convencer a alguien entonces pretendo actuar como si fuera Denzel Washington o Edy Norton. Y así.

El caso es que la mayoría de nosotros cotidianamente actuamos y tratamos de sacar adelante un personaje. Por ejemplo: cuando vas a buscar chamba o vas a hacer un examen importante, pues le echas cabeza para conseguir lo que quieres y te metes en el papel que vas a asumir. Cuando no te apropias bien de tu papel: o se te quema el guisado, o no consigues el empleo, o el cliente se te va, o truenas la materia, o pierdes el partido, o te abruman una serie infinita de etcéteras. Y así sucesivamente.

Así que he estado pensando que la clave del éxito es tomar clases de actuación. De esa forma podríamos fingir con cierto grado de convicción que intentamos tener éxito en cualquier modalidad; que no deseamos ser loosers y que estamos dispuestos a todo con tal de alcanzar determinados objetivos. Aunque nada de eso sea cierto. Pero así podríamos esconder nuestra indiferencia ante lo que ocurre; aceptar nuestra falta de agallas para reconocer nuestras limitaciones y aprender a sacar el orgullo para no dejar que nadie nos aplaste...

AVISO IMPORTANTE:

Soy H.B., acabo de llegar a este monitor, leí los párrafos anteriores y descubro que se prentendía postearlos en mi nombre. Aclaro que yo no escribí eso que aparece bajo el título de "Actuación y Personalidad", además me parece ridículo y sensiblero. Y creo saber quién lo hizo. Ya ajustaré ciertas cuentas con el presunto responsable.

Yo, por ejemplo, no tengo que ponerme en los zapatos de un chef para hacer huevos estrellados, ni sentirme Zidane para jugar futbol; a Og Mandino simplemente lo detesto, y Denzel Washington y E. Norton no son mis actores favoritos. Tampoco pensaría en Los Hermanos Kamarazof y menos en el Corán para sentarme a escribir; a lo mejor en La carta Robada sí, pero no pienso en textos famosos cuando quiero escribir.

Yo cuando me pongo a escribir algún relato pienso en historias como esta:

Pienso en un tipo que cuando se proponga hacer algo, cualquier cosa, se proponga a actuar de conformidad con la excelencia. Aunque nunca lo consiga, quiero que piense en esa dirección. Por ejemplo: si va a cocinar, que se ponga en los zapatos de un chef especialista (aunque se trate sólo de guisar unos huevos estrellados); si fuera a escribir algún relato, que se conciba como si fuera a crear Los Hermanos Kamarazof, El Corán o La Carta Robada; si fuera a jugar futbol, que actuara como Zinedine Zidane (a sabiendas que que no devengará ningún sueldo); si va a hacer algún negocio (que pudiera ser su fuente de ingresos) que actuara si fuera Og Mandino, etc. Y si tratara de convencer a alguien de algo, entonces buscaría que actuara como si fuera Denzel Washington o Edward Norton.

Luego haría que el sujeto hiciera una reflexión sobre el hecho de que la mayoría de las personas cotidiana e inconcientemente actúan e intentan recrear un determinado personaje. Diría que por ejemplo: cuando cierto individuo va a buscar chamba o a hacer un examen en alguna escuela, tendrá que quebrarse la cabeza para conseguir lo que busca y se apropiará del papel que le es útil interpretar. Y toda vez que dicho personaje se distancie de su intención de apropiarse del papel que le estoy asignando: o se le quemará el guisado, o no conseguirá el empleo, o el cliente se le esfumará, o reprobará la materia, o perderá el partido, o lo abrumará una serie infinita de pretextos. Y así sucesivamente.

Por esa razón dejaría que el tipo, ese personaje, pensara que la clave del éxito es tomar clases de actuación. De esa forma podría convencerse de intentar tener éxito en cualquier actividad; convencerse de que no aspira a ser un perdedor, y que estaría dispuesto a todo con tal de alcanzar sus objetivos. Aunque todo esto pudiera ser falso. Pero así podría esconder la indiferencia frente a la realidad que lo aqueja; tendría herramientas para aceptar su falta de agallas para reconocer sus propias limitaciones y aprendería a tener orgullo para no tolerar ser aplastado por nada ni por nadie.

Después, con algún pretexto, lo traería a sentar frente a este monitor y, sigilosamente, lo llevaría al punto de que leyera este mismo post. Luego le pediría de favor que lo cambiara según su propio criterio.

Acto seguido, me pondría en las pantunflas de Alfred Hitchcock y me sentaría cómodamente a esperar el resultado. Luego que despidiera al personaje, borraría el post y no se lo mostraría a nadie jamás.

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