domingo, enero 19, 2003

CONFESIONES DE UN NOCTÁMBULO

Aquí otra vez a deshoras. ¿No les digo que el bloguero se desvela por cualquier pendejada? Otro fiestón, pero me mantuve dando chicuelinas y pases de pecho a las diversas bebidas que embestían sin mucho afán (parecían de la ganadería de Xajay después de la sequía de 1998). En un momento me sentí conductor persignado, pero bueno, compruebo que puedo ser firme candidato a AA si me lo propusiera.
Canté y acompañe una serie de rolas del siglo pasado que pueden pueden considerarse posboleros (viejos boleros puestos de moda), también desgarradoras canciones de amor impotente y unos corridos que lindaban en la frontera del narcocorrido y el corrido soft. Contra mi costumbre no canté ninguna de Serrat. Hubo aplausos aislados principalmente de un grupo que parecía empeñado en exterminar 24 caguamas TKT que estaban ahí nomás aguantando sin abogado defensor.

Confesión uno: se me olvidan las letras de las rolas. Pienso que me amenaza una variedad adulterada de alzhaimer.

Confesión dos: cuando les pones cuerdas nuevas a una guitarra acústica, es un pedo afinarla.

Confesión tres: Las chicas superpoderosas y mi marciano favorito se tomaron dos litros de leche que había en el refri antes de que mi socia y yo nos fuéramos a nuestro "compromiso". No dejaron ni una gota. El antibiótico me lo pasé con un jugo V-8 (Herdez, porque los Campbell's saben a jugo V-41).

Confesión cuatro: Los sábados, las chicas superpoderosas no sueltan el teclado y agarran el chat como si estuvieran organizando las elecciones del 2006. No pasan quebrada de nada. En cuanto despejan el área, mi marciano favorito arrebata el teclado en actitud de TOMA TODO y se planta a demostrar que los niveles del Age of Empires le pelan los ojos. Por eso no escribí durante el día. Alegan que ellos también tienen "derechos".

Confesión cinco: aparte de otros, me leí los posts de rafadro, el yépez y el artista sin arte.

Confesión seis: me dejaron temblando.

Confesión siete: decidí que no era una hora decente como para opinar de ellos, excepto por un tag que envié a el artista sin arte.

Confesión ocho: opté por escribir sobre otra cosa: esa otra cosa es que Francisco Araiza es uno de mis cantantes favoritos.

Francisco Araiza es el mejor cantante de lied alemán que hay en el mundo (esto no lo opino sólo yo, también piensan lo mismo otros tres cabrones). A pesar de que es mexicano se sabe de memoria (al revés y al derecho, como planteé en mi post del 10 de enero) un repertorio encabronado de canciones y ciclos de canciones de compositores como Schumann, Schubert, Mozart y Beethoven, entre otros. Esto sin considerar su interpretación de óperas que exceden en número a las confesiones que hice arriba. Por cierto estas obras musicales están basadas en poemas de Goëthe, Schilling, Schiller y Heine, among others.

Puede que a algunos no les guste la ópera (o sucitarse la epidemia de que no le guste a nadie), but that´s not the point.

El caso es que Araiza se fue a un país extranjero (creo que actualmente vive en Viena), a dominar una (varias) lengua extranjera, mejor incluso que los cantantes alemanes, a bregar con una técnica vocal extranjera, a comer comidas extranjeras y ha enfrentarse a una serie de cosas extranjeras que muchos nos cansaríamos nomás de leerlas. Dejó aquí (aquí quiere decir México -incluyendo TJ, Guadalajara y un instructivo sobre la división política-) frijolitos de la olla, su molito con pollo y su arrocito con un huevo encima, sus taquitos de cabeza, su José Alfredo Jiménez y su mariachi Vargas de Tecalitlán, optando por una ruta poco "prometedora".

Araiza tuvo un "proceso mental" (i.e. tomó ciertas decisiones) digamos inédito. El partner no es partner de ninguna mafia musical "mexicana", de hecho le dió la espalda a esa mafia (Diemecke y putitos aleatorios, Fernandito de la Mora, etc.) y optó por opciones no lineales. Su actitud (la actitud existe y existe en el proceso mental, eh?) se salió de cuadro. No anduvo de picapleitos con los divos, los dejó que se comieran ellos mismos, mientras él se planteaba cruzar ciertos pantanos. Dicho de otra forma, digamos que la telenovela TVAzteca-Canal 40 le vale madres.

Chin, dije que no iba a hablar del tema "procesomentalescribirpublicarbloguear". Mejor lo dejo pendiente.

Confesión nueve: Se me andaba olvidando decir que el post del yépez me trajo a la memoria el cuento Los constructores de puentes de Rudyard Kipling (no estoy seguro del autor). Es un cuento "serio" que de pronto se tranforma en una narración pachequísima que vale la pena checar.

Confesión diez: escucho el rugiente ronquido de las cobijas que me llama sin cesar...

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