jueves, enero 30, 2003

GENEALOGÍAS Y ÁNIMAS EN PENA

Muchos años después de haber desdeñado la obra de Mariano Azuela, Octavio Paz reconsideró sus impulsivos comentarios de juventud y, quizá a su pesar, intentó resarcir la figura de uno de los más notables narradores mexicanos. No será el último que lo haga. Eso habrá que reconocerle a Paz, que era un presumido decente.

La contribución de Mariano (aunque algunos le llaman Arturo de cariño) a la novela mexicana, en una circunstancia histórica adversa y compleja, guarda mérito propio, sin embargo, y para los fines de quienes se ocupen de buscar el parque jurásico, el boom liberal y cachos del siglo pasado de la novela mexicana, recomiendo ampliamente el ensayo de Azuela titulado mordazmente ¿Hay novela mexicana?, en donde usted encontrará, además de información amplísima sobre el tema, desde Sor Juana hasta la época que vivió, un fino humor crítico, desprendido del olor a papel viejo que exhala la academia, y dotado, eso sí, de la profundidad y minuciosidad que solo brinda el ser médico y militar activo al mismo tiempo.
La ensayística de Azuela, menos conocida que sus novelas, yo la establecería como libro de texto en las escuelas de literatura. Después las clausuraría o, al menos, y mientra durara el curso, pondría un lema que dijera: "Mariano no estudió Letras".
El FCE tuvo la buena ocurrencia de editar en 1960 sus obras completas. Y es cierto, "La Luciérnaga" es uno de sus mejores textos.

Más comentarios luego que haya tiempo. Sólo una breve cornetina: Octavio Paz supo REconocer a tiempo a Mariano Azuela, sabía que de esa forma se libraría de que éste viniera a jalarle los piés.

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