lunes, marzo 10, 2003
CHARLES BOYER Y EL MULTICULTURALISMO
Los barceloneses son cosmopolitas por antonomasia. Cataluña ha sido territorio fronterizo desde que los romanos introdujeron en la península ibérica el latín, la espada y una palabra que ha echado raíces por dos mil años: el autoritarismo. Llegaron también los godos; orinaron todas las esquinas del territorio y pernoctaron ahí por cientos de años; algunos hicieron vida con suegra y todo, y ahí se quedaron. Después llegaron los árabes. La misma historia. No eran la barbarie, simplemente eran bárbaron con profundos conocimientos de matemáticas, arquitectura y música. Dejaron los melismas y el culto al macho engedrador del harem.
Con la reconquista, los españoles, esa curiosa raza tejida de sangres multicolores, echaron a los árabes que, por su parte, ya habían sembrado masiva y suficientemente sus genes mediorientales. Como sea, la cruz llegó y levantó banderas, parroquias y cultos, conformando ese complicado amasijo conocido como "espíritu español".
Toda doctrina que llega a tierras hispanas encuentra adeptos dispuestos a morir por ella, pero igualmente encuentra adversarios a muerte. No hay otra explicación de las guerras intestinas. Si socialistas, quieren que los entierren con una copia de Das Kapital en el ataúd; si católicos, ofrendan su vida por salvar una gota de agua bendita. Si poetas, los hijos de puta acaban con todas las formas habidas y por haber, agotan todos los temas imaginables y escriben tan profusamente que simplemente es imposible leer toda su obra. Así son.
Así pues, los españoles se tiran con todo, sea en nombre de Dios, de la tierra o del idioma. Por eso no terminan de ponerse de acuerdo y han ido soportándose gracias a la confección de leyes que toleran y justifican la "autonomía".
Teniendo en mente esta trastornada historia nacional y en consideración de su situación geográfica, Barcelona, fiel a su espíritu fronterizo, es una de las ciudades que ha visto pasar mayor número de migrantes hacia el resto de Europa. De Barcelona, los "mojados" van a Francia, Alemania u Holanda. Esos viajeros involuntarios provienen de Turquía, de Israel o de la lastimada Africa. Son como nuestros coterráneos de Michoacán o Zacatecas, emigran en busca de la tierra prometida, son hebreos despatriados y prietos que no desean morir en el charco de la pobreza. Prefieren probar suerte en manos del globalismo, sin reparar en que éste no es sino el hijo bastardo del colonialismo que laceró con el látigo a sus abuelos y ancestros más lejanos.
Por eso no es raro que Charles Boyer, Humphrey Bogart u otra luminaria del cine occidental como Lauren Bacall sean tan familiares en Barcelona. Ahí llega gente de donde quiera. Todo idioma es bienvenido y todo color de piel es combinable.
Por ello, cuando escucho Charles Boyer, no puedo dejar de pensar en una canción de JM Serrat que se llama "Pesadilla por Entregas". Ahí menciona a Charle Boyer. Es poco conocida pero es una joyita, musical y poéticamente hablando. Además tiene el agravante de haber sido compuesta en catalán, manía incorregible del cantautor. (-Chale, pinche Humphrey, dijiste que jamás usarías la palabra cantautor -. "Sí lo dije, pero la uso porque ya es de dominio público").
En el párrafo que nos interesa dice:
Caigué rodó y en recobrar-se tingué
la sensació que el terra es bellugava,
va obrir els ulls y es va topar amb una cara
molt semblat a Charles Boyer
somrient-li a un pam de nas.
oferint-li una tassa de café
i amb veu de vell llop de la mar lideia:
"Avez-vous bien dormí, madame, monsier"
Dans une demie-heure nos
arriverons a Marseilla".
Es cierto, el último párrafo está en francés (estás leyendo bien). La composición literaria es de Serrat y del poeta catalán Josep María Bardagi. Va la traducción al español:
Cayó redondito y al depertar tuvo
la sensación de que la tierra se movía,
abrió los ojos y se topó con una cara
muy parecida a la de Charles Boyer
sonriéndole a un palmo de la nariz,
ofreciéndole una taza de café
y con voz de viejo lobo de mar diciendo:
"¿Durmió bien, señor, señora?
En una media hora
llegaremos a Marsella".
Bienvenido Joao Batista a la tierra de nadie, dale hilo a tu papalote y despliega las alas de tu Charles Boyer. Este territorio tampoco repara en escudos ni abolengos.
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