NOVEDADES DEL PUENTE PRIMAVERAL
El puente fue una pachanga de cerveza y comida continua frente al mar. Hubo un festival de risas y guitarras, aunque el domingo comenzó con una mala noticia. A mi marciano favorito le picó una mantarraya en el tobillo derecho. Cruel experiencia para sus seis años y su optimismo marítimo. Lloró hasta que el voluntario de la Cruz Roja le bombardeó el área inflamada con xilocaína y se calmó después de dos horas de tener el pié metido en agua muy caliente.
En esta temporada, las mantas se ocultan en la arena cerca de la orilla en busca de aguas tibias, muchos bañistas las pisan y los animalillos utilizan su cola para inocular toximas y disuadir a los potenciales enemigos. El aguijón es durísimo y rasga la piel en una fracción de segundo. Al mar no hay que tenerle miedo, sólo respeto.
Mi amigo Chico Romo se levantó temprano armado con una fisga (especie de tridente con puntas flechadas) en busca de mantas. No pudo atrapar ninguna. Son como los bombarderos antiradar gringos. No se perciben hasta que ya te jodieron.
El sábado viajamos 50 kms de Bahía Kino a Punta Chueca, una comunidad de indígenas de la tribu Seri. Los seris sobreviven gracias a que el gobierno lava sus culpas subsidiándolos desde la época en que Echeverría decretó que se les construyeran casas. Esas viviendas se encuentran ahora maltrechas y la comunidad en general es bastante sucia.
En el interior de las viviendas los indígenas siguen cocinando sus alimentos con fogatas y atizadores. Sin embargo, en la mayoría de los techos se puede observar el plato receptor de Sky. Extraña forma de sobrellevar sus usos y costumbres. La globalidad es una humedad abarcante.
Desde Punta Chueca se observa el Canal del Infiernillo, lengua marina que separa la Isla del Tiburón (la más grande del país) con el litoral sonorense. La variedad de azules y verdes que pintan el mar en ese lugar es un espectáculo, igual que la docena de señoras que nos rodeó desde que bajamos de la Suburban para ofrecernos collares y pulseras de concha y caracol. Indias descalzas de enormes trenzas y vestimentas chillantes que parecen enemigas juradas del jabón ofrecen por 20 pesos toda suerte de accesorios femeninos. (-Dí la verdad, HB, eran unas indias cochinotas- “Shhh, no quiero ser acusado de gregario”).
Bien, el paseo se acabó el domingo a mediodía, no así una hielera llena de cerveza que distribuímos tan equitativamente como fue posible. A nosotros nos tocó un seis que murió antes de llegar a Hermosillo.
Llegamos a tiempo para ver la noticia del fin de semana: Los soldados estodunidenses capturados por las tropas de Hussein. El rostro de la guerra injusta se veía en el pánico de los marines de Texas y New Jersey entrevistados por una televisora árabe.
Por su parte, Bush alegaba que las entrevistas eran humillantes (lo que exhibe que los gringos son humillables) y prohibió que las imágenes fueran transmitidas por las televisoras de EEUU. (Yo por eso veo a López Dóriga y a Javier Alatorre, porque ellos sí son objetivos, sobre todo cuando hablan uno del otro).
En realidad pretende ocultar el hecho sintomático de que ningún soldado detenido dijo “vengo a matar a Hussein y a liberar al pueblo iraquí”. Se limitaban a decir “estoy aquí cumpliendo órdenes”. En contraste, el temor reflejado en las expresiones de los soldados no era nada comparado con la cara de estreñido crónico de Bush ante las cámaras. A favor de su argumento, Bush evocó la ética militar protocolizada en Ginebra (la hubieran protocolizado en Tequila, verán si no se cumple).
Otra novedad, una batería antiaérea gringa derribó un bombardero británico y Hussein levantaba una nube de humo negro alrededor de Bagdad para dificultar la visibilidad de los bombarderos agresores. La guerra va para largo.
Mejor cambié de canal y sintonicé la entrega de los oscares. Había cierto nerviosismo entre los asistentes al teatro Kodak, a pesar de los chistes de Steve Martín. Por cierto a éste le arrojaron un celular desde un palco cuando mencionó “la mafia homosexual”. (¡Babotzo!).
Gael García, coladote, se salió del script y lanzó un rollo contra la guerra, parecía que Fox lo había escrito o que el Padre Amaro se había vuelto antibelicista. Hubo aplausos aislados. Fuera del ganador al mejor guión adaptado que lanzó un breve y polémico discurso contra Bush y la guerra, los comentarios al respecto fueron meras insinuaciones.
Frida ganó algunos premios menores. Salma acaparó reflectores y hasta le echaron porras a México. (Qué padre, ya se nos están abriendo las puertas del cine gringo. Yo quiero ser Eduard Norton).
La película ganadora fue Chicago de la que ya hicimos aquí una dizque reseña hace un par de semanas. El saltacunas Roman Polanski ganó la estatuilla a la mejor dirección; el gran perdedor Martín Scorcese (así se escribe?) y su Gangs of New York. Y ya. La ceremonia se acabó sin pena ni gloria, subrayando la pleitesía ritual que merecen Hollywood y sus actores.
P.D. Sí, perdón, Sadam se escribe Saddam, con doble d. Agradezco a mis lectores sus amabilísimos y políticamente correctos comentarios, se ve clarito que ya no se conforman con ser lectores. Vamos bien. Los quiero más que el jueves.
1 comentario:
Que comentarios tan racistas haces, que pena que nuestro país esté lleno de gente como tú... que siguen llamando indios a las personas que son nuestras raíces, o apoco eres una mezcla de francés con italiano??, lo dudo, pero aún cuando así fueras si tuvieras un poco de cultura general quizá lo demostrarías en lo que escribes.
No tomes tanta cerveza, mejor ahorra y cómprate un libro... chance y así puedas dejar de "criticar" lo que no conoces.
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