sábado, marzo 08, 2003
LA NOCHE EN QUE CHICAGO MURIÓ, AGAIN
Postearía algo más pero recién regresé de ver "Chicago". Mi mente aún no alcanza a ordenar la catarata de secuencias, imágenes y temas musicales que dispara el filme a diestra y siniestra. Me duelen los ojos y los oídos y también me duele Estados Unidos, su raíz cultural. La sátira es certera y no necesariamente se entiende como una foto del pasado. Estados Unidos sigue siendo una realidad con doble personalidad, dos mundos que se translapan. El hecho y el derecho; la justicia y el yerro, la información y el morbo, la voluntad y el destino.
El abogado timador. El marido estúpido. La mujer frustrada. El periodismo convenenciero. El amante asesinado. La rival-cómplice. La matrona carcelera. El complaciente público cabaretero. El sistema elástico. La ley de juguete. Elementos en desorden de un Chicago trillado, pero expuesto con un caleidoscopio novedoso.
Algunos errores de edición y escenitas forzadas, pero un digno trabajo del director que se burla constantemente del público, de la idiosincracia gringa y hasta del glamour de los actores (CZJ cantando y RG bailando tap a sus años). John C. Riley un papel perfecto de idiota resignado. RZ, sorpresa gratísima. Destaca la originalidad del guión, pero sorprende más la realización. Luces ensordecedoras y sonidos deslumbrantes ponen al espectador a disvariar entre la risa trunca y la estupefacción. Calma y huracán en la bipolaridad de cada escena. Mundos sobrepuestos al alcance del mismo testigo ocular. Pandemonium cegador amenizado por el arquetípico pianista negro que es fumador empedernido y maestro de ceremonias por el mismo precio. Candilejas al mayoreo y nebulosas de cabaret.
No me gusta recomendar películas, excepto El Halcón Maltés.
p.d. Se me ocurre que el Gere haría excelente papel del limpiachimeneas de Mary Popins en versión nuevo milenio.
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