domingo, marzo 02, 2003


MUEREN BLOGS, REVIVAMOS A DISNEY

Cero y van... ¿Cuántos van? No se, pero parece que hay una epidemia letal entre los blogs. Yo soy más o menos nuevo en el barrio, pero he visto que algunos blogs se van quedando como los tenis viejos que cuelgan de los cables de la luz. Nadie puede ya utilizarlos pero están ahí a la vista de todos, inalcanzables, como un flashback de sus andanzas por el mundo.

Si nos fijamos bien, no se trata únicamente de blogs del DF, aunque su ausencia es más notoria quizá por las espectativas de diálogo que suponen. Y las cosas no iban tan mal. Dos-tres rounds de sombra, pero se había venido armando buen cotorreo alrededor de la literatura, la poesía, la poética, la pacética, etc. Algunos reclamaron falta de seriedad, otros sacaron a orinar sus mejores ironías, los menos soltaban madrazos virtuales, pero ahí iba la cosa, PAZo a PAZito, nos íbamos conociendo y viendo a quién le gustan las quesadillas de chicharrón prensado y a quién las de queso.

Aunque nunca es una palabra terrible, a mí nunca me han convencido los regionalismos a ultranza (sólo los ligth). Como testigos están mis hijos a quienes les expresé mi rotundo desacuerdo con la versión en español de la película de caricaturas "El Rey León" (decir dibujos animados me parece una mamada, he visto algunas con dibujos francamente desanimados). Ahí, una de las hienas protagonistas, aunque su papel es secundario, habla con el típico sonsonete chilango; el slang es exagerado, sarcástico y hasta cómico.

Dado que vivimos en el DF no hace mucho, mis hijos, familiarizados con esa entonación, fueron los primeros en alegar que la hiena "era chilanga". Yo argumenté que eso no podía ser cierto y que la hiena tenía que ser por necesidad africana, pero el menor me dijo que sí era posible porque hasta a él se le había pegado ese modo de hablar en la breve temporada que estuvimos en Mexcity. "A lo mejor la hiena estuvo en el Zoológico de Chapultepec", sugirió.

En este punto ya me sentía como si estuviera jugando con Kasparov una partida de ajedrez perdida en la jugada número 12. Viendo el desempeño del personaje en cuestión, alegué que Walt Disney jamás hubiera permitido el uso burlesco de un modo de hablar regional. "Es que no has visto La Sirenita", respondió (después supe que en ésta, Ricki Martin dobla la voz de un cangrejo con alma caribeña). Uta. Ahí dejé las cosas y me fuí a meter unas palomitas al micro. Pobre hijo mío, pensé, no sabe que Disney ya murió.

El problema con el blog, pienso, es su carácter adictivo, lo que en ciertas personas puede significar incluso problemas de salud. Por ejemplo: ¿quién me tiene a estas horas escribiendo estas pendejadas y mañana (o incluso al ratito) quién tendrá a un cabrón leyéndolas?

Bloguear o no bloguear, esa es la cuestión. El blog modifica, ya se ha repetido, las formas tradicionales de escritura-lectura. Y uno, que ha sido un lector tradicional, tarda en percatarse que esa modificación conlleva también una modificación de la conducta. Uno quiere escribir, sí. Pero uno quiere sobre todo leer. Leer para interactuar y escribir a, ante, cabe, con, contra, de, desde, en, entre, para, por, sin, so, sobre, tras (chin son todas las preposiciones que me se)
lo que se lee. No todo mundo escribe con esa idea, pero uno sabe que lo que escribe probablemente va a ser leído por otro (s). Conforme se fragua este proceso, la adicción lleva al bloguero a hurgar en busca de ese diálogo informal y espontáneo en otros blogs y hasta en el propio.

El problema es que la modificación de esa conducta lleva al bloguero a padecer insomnio, a llegar tarde a su trabajo, a reducir su rendimiento en otras actividades y a dedicar menos tiempo a atender a otras personas. Eso ocurre en mayor o menor medida. Se desatienden proyectos (especialmente los proyectos literarios) por la blogomanía y eso comienza a transformarse en un lastre para quien no sabe o no quiere aceptar su nueva condicion.

Así que, repito lo que dije hace como diez días, bloguear no es tan fácil como parece. Claro que uno puede hacerse un sistema y decir: no voy a leer otros blogs; voy a escribir diez minutos al día; voy a escribir un aforismo cada 18 horas; voy a escribir mi diario y nomás, etc. Pero eso no es bloguear. Así que habrá quienes aguanten el ritmo de la actividad habrá quienes no.

A los que se van se les va a extrañar. CAS: No huyas, cobarde, ¿quién nos va a refrescar la esperanza azul los fines de semana? ¿Quién pagará el espectacular iluminado con la consigna "Fuera Carrillo"?

A los que se quedan, síganle. Tiren piedras, hagan ruido, mantengan una antena levantada y váyanse por la sombrita.

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