viernes, abril 18, 2003

CARTA FECHADA HACE UN MES

Un individuo intentó enviar un mensaje de aliento a un amigo desconocido en problemas.. pero equivocó la dirección (electrónica) y su mensaje fue a dar por casualidad a otra persona exponencialmente más desconocida...

Lo que el individuo decía en su mensaje era una auténtica oda a la amistad ciega, un himno grandioso al cariño incondicional entre dos seres, una aventura textual con una final generoso y elocuente.

La persona equivocada leyó aquel mensaje una y otra vez. Repasó una y otra vez el nombre del remitente y también del destinatario. Lo hizo tantas veces que su mente empezó a transtornarse. Aprendió de memoria el mensaje y terminó por creer que era él el destinatario.

En un arranque de felicidad, la persona equivocada respondió al remitente usurpando el lugar del destinatario y asumiendo en carne propia él propósito original de aquellas líneas. Pero cometió un error. Desconocía el sobrenombre con el que el destinatario se refería al remitente, de forma que al recibir la respuesta el remitente intuyó que ésta provenía de una tercera persona. Sin embargo el remitente decidió seguir el juego y volvió a responder como si se hubiera tragado el engaño. De esa forma, el remitente pudo observar el alma atribulada del amigo casual que intentaba desesperadamente adoptar una personalidad ajena.

Se cartearon una y otra vez. Al principio lo hacían cada tercer día, luego cada dos y finalmente se carteaban desesperadamente varias veces al día...

Fue tal aquel tumulto de intercambios espistolares que el remitente se olvidó del destinatario original. Tanto así que el remitente también terminó por creer que el amigo intruso era el amigo original.

Por su parte, el destinatario, el amigo original, al no recibir ninguna carta de su amigo, simplemente dejó de escribir y se abandonó en el foso del olvido.

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