jueves, abril 17, 2003

JUEVES SANTO, LLEGAN LOS VIENTOS DE PILATO

De plano ayer no pude postear nada. Tuve un día terrible: mucho trabajo, manejé más que un taxista que no conoce la ciudad, complicaciones mecánicas, la socia salía de viaje con mi marciano favorito (todo lo que implican los viajes), mi desgarre muscular coloreó de tal forma mi pierna que parece sacada de Jurasik Park (el mero día en que las bestias se escapan); para completar la pesadilla tuve que ir al supermercado por despensa, pues ya no había ni papel del baño.

Como la quincena cayó justo antes de el puente de Semana Santa, tuve que perseguir a mis deudores que soñaban con largarse con mi dinero a chupar en traje de baño sobre una arena y bajo un sol, pero fracasaron en todo sentido: tuvieron que pagarme antes de marchar y además todo el fin de semana estará nublado. Jejeje, que bueno que decidí quedarme en casa. Hoy amaneció nublado (los vientos de Pilato, dicen) y con amenaza de lluvia (las barbas de Barrabás, dicen).

Claro, estaré escoltado por las chicas superpoderosas que me traen más cortito que si trajera la marca de Ruggieri en sus años mozos. Bueno, pues aproveché parte de la mañana para chatear con algunos cuates blogueros y no blogueros, y para ponerme fomentos de agua caliente y cataplasmas de hielo (receta cortesía de un exjugador de futbol americano: Jorge F. Camacho) y releer autores olvidados.

Ayer le comentaba a Mr. Phuy que this weekend leería a Julio Cortazar, escritor que me abandonó a mi suerte hace más de 20 años (¡y sigo vivo!). Ya empecé y me estoy encontrando, a diferencia de otros que no saben que significa alzehimer, con cosas que no recuerdo en absoluto (debo decir que no las recordaba, ahora sí las recuerdo pues las acabo de releer, y lo escribo antes e que lo olvide de nuevo, je) . Un redescubrimiento. Ahora veo por qué algunos blogueros lo citan con fervor. Mi maestra de literatura universal de la preparatoria era una tipa reaccionaria que no simpatizaba con el movimiento estudiantil y sí con la obra de J. Cortázar, tanto que era el único autor que leeríamos en todo el semestre. La echamos. A cambio nos llegó un maestro chaparrito y simpático, que había participado en talleres literarios con José Revueltas. Entre sus libros traía además muchos años. Leímos a Hesse, Nietsche, Gorki, Hemingway. El cambio resultó un acierto aunque, de algún modo, creo cierta aversión involuntaria por el autor de Rayuela.

Como sea, nunca es tarde para rectificar (-Humphrey, ¿cómo que nunca es tarde?, ¡a tus años ya es tardísimo!- "Tú cállate, ¿no sabes otra?"). Así que eso haré este fin de semana: rectificaré, leeré a Cortázar y también algunos cuentos de Joseph Conrad (me encontré un libro suyo).

También pienso agregar dos estantes más al librero de pared (simples tablones puestos con estilo y pintados sin estilo), el caso es que mi hermano se está cambiando de casa y tuve que traerme tres cajas de libros que me guardaba en su estudio. Mi hermano y su familia se cambian a una casa más chica que la actual: no entiendo su concepto de "mejorar". Ah!, sí, ya recuerdo, están comprando "un concepto": un fraccionamiento con áreas colectivas de recreo, privadas con privacidad (je) y, lo mejor, "a un paso de todo lo bueno de la ciudad". Me fascina la mercadotecnia bienesraicera.

Por la tarde iremos a comer hamburguesas al Burger King, escala antes de ir a ver The Dreamcatcher; queremos corroborar la opinión generalizada de la crítica especializada de que es un churro. Disfrutaresmos de ver cosas que TODO mundo ya contó para ver TODO lo que se les pasó, comenzando con los datos que aparecen en la entrada de la película y que una chica superpoderosa retiene con obsesión religiosa. Luego les cuento.

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