lunes, abril 28, 2003

IRONÍA Y SARCASMO, DOS NIVELES DEL HUMOR

La ironía en la literatura la identifico con Cervantes, especialmente la encuentro en sus entremeses donde el humor es telón de universos contrahechos. También en El Quijote, pero los entremeses, pienso, tienen una veta didáctica adicional. (Lo siento, a veces veo en la literatura un método de enseñanza). La ironía es diferente del sarcasmo. El sarcasmo es burla incontenible, es reproche despiadado de actitudes, caracteres y posturas. Es restregar en la cara del otro una verdad incontestable sobre la que no ha reparado. Es burla ventajosa a un estado de comprensión o de emoción inferior, suprime a éste pero no lo vindica. El sarcasmo es pedrada, incluso contra uno mismo, que provoca hematoma. El sarcasmo no contribuye a elevar a la víctima en un proceso de autoconciencia. Lo aturde, le restriega en la cara su ignorancia, su falta de carácter, su atraso. El sarcasmo es útil si de lastimar se trata.
La ironía es un guante blanco en una mano sabia. Es represalia bondadosa. Abre puertas, despierta veredas de entendimiento. Es bálsamo de cerrazones involuntarias. Cuestiona la genética de las ideologías, castiga la soberbia y lanza salvavidas a los condenados, siempre envuelta en un humor fino y edificante. La ironía jamás es burla. Busca vasos comunicantes. Promete nuevas encrucijadas donde se anuncian abismos insalvables.

Por eso la ironía es una mercancía escasa. Exige sabiduría y propósito. El sarcasmo es fácil porque atiende a una sed de venganza; es caprichoso como el grandulón del barrio que impone su voluntad sacrificando la justicia. Por eso digo que no hay que confundir sarcasmo e ironía.

A Ibargüengoitia lo salva su sutileza pero, lástima, su gracia se detiene en el umbral de la ironía; posesionado de un humor innato, desperdicia la oportunidad de escribir cosas dignas de su propia potencialidad. Quizá murió muy joven, no lo sé. Lean si no “Estas ruinas que ves”. Su humor se detiene en el costumbrismo: lo critica pero finalmente lo acepta. Es muy ameno, pero intrascendente. La ironía es un una trucha mojada, no es tan fácil de atrapar.

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