martes, abril 15, 2003

EXPERIMENTO Y/O EXPERIMENTALISMO LITERARIO

(Al final de este post pienso hacer quesadillas). Leo un post en inglés de Heriberto y lo primero que pienso es en traducirlo. Acto seguido, decido que es mejor pensarlo en inglés, si bien la referencia se centra en el rechazo al experimentalismo literario que permea entre la comunidad escribiente en español (la de la República de las Letras).

Acto seguido, al continuar leyendo el post pienso en las palabras experimento y experimentalismo; la primera me lleva, por un lado, a los experimentos de la secundaria cuando mezclábamos dos sustancias que provocaban una reacción química dando como resultado algo inesperado o desconocido, por el otro, pienso en los experimentos de Marié Curie y de Louis Pasteur, estos investigadores no sabían a ciencia cierta el resultado que obtendrían de sus investigaciones (el proceso), pero sabían que tenían entre sus manos algunas anomalías inexplicadas; y es cierto, después del proceso de descubrimiento, le pusieron nombre al resultado. (-Humphrey, la verdad ya a estas alturas no estás pensando en inglés y con muchos trabajos estás pensando en español-. "¿Sabes que cabrón?, déja concentrarme").

La segunda palabra, experimentalismo, me dice menos, me sitúa en los campos de una categoría, de un género y me bloquea.

Acto seguido, pienso en la escritura como experimento y encuentro mayor sentido al planteamiento de Heriberto. Sin embargo, considero indispensable redefinir mejor el concepto de proceso en el acto de escribir pues de no hacerlo se abre la puerta a ciertas tendencias románticas cuya perspectiva ha demostrado ser muy estrecha, cuando no una fanfarronería. Me refiero, por ejemplo, a aquellos poetas experimentales que buscaban rutas novedosas escribiendo poemas manuscritos en espiral, en forma de florecitas y mamadas por el estilo. Otros "creaban" palabras nuevas, compuestas de forma anárquica (al estilo de Huidobro) cuyo final es un sinsentido aburrido.

Acto seguido, pienso en Mario Bellatin, un ejemplo muy a la mano. Su experimento literario no tiene que ver con la forma propiamente (aunque también suele experimentar con la forma, por ejemplo en su Shiki Nagaoka, en que combina novela y fotografía, aunque esta mezcla -en tanto forma- se subsume a una idea superior) sino con el juego que propone a la estructura de pensamiento del lector, manejando con rigor cronométrico uno o más planos en los que el lector se siente perdido, en el que su sentido de orientación falla.

En su caso, me aventuro a pensarlo, el proceso parte de una idea preconcebida, indeterminada aún en cuanto a estructura, extensión, capítulos, etc. El autor sabe a donde quiere llevar al lector y deliberadamente va creando el proceso para meterlo en una celada, en una trampa. En el proceso va generando ideas nuevas que finalmente dará por resultado algo nuevo, no inesperado para el autor porque eso es lo que él está buscando; él explora en el lenguaje mismo las posibilidades renovables de poner otro jaque al lector, de cuestionar sus nociones preconcebidas sobre narrativa y, desde ahí, sus nociones preconcebidas como tales. De ahí que lo que aflora es un diálogo con la autoconciencia del lector. En ese sentido se puede hablar de un experimento crucial.

Acto seguido, pienso que todo mundo puede hacer experimentos literarios, y de hecho los hacemos, a veces en forma de atizbos, especialmente en el blog, sin embargo, lo que determinará una nueva vanguardia literaria es el ejercicio de viejos y la búsqueda de nuevos experimentos cruciales. Asumo que en parte eso es lo que Bellatin trata de reproducir en su escuela de escritores. Vamos viendo, ahí está el caso de Kafka para estudio.

Acto seguido, se me quemó una quesadilla. ¿Qué hora es?

No hay comentarios.: