sábado, abril 05, 2003


PARA A.C. (a) P.E.


EL GUIÑO DE LA MUERTE

Mitología popular del Bajío.

Al casco centenario de la hacienda
despertó muy temprano un alboroto:
Donaciano, el peón de la molienda
entró gritando, lívido su rostro.

“¡Patrón, patrón!, chilló desesperado,
necesito que me preste su caballo”.
“Que te ocurre, responde el hacendado,
Te ves pálido, al borde del desmayo.”

“Por la cruz, patroncito, me he topado
con la misma ‘huesuda’, ¡Con la muerte!,
¡Y no sabe qué feo me ha mirado!
Présteme por Dios a ‘Malasuerte’. ”

Da una señal el patrón al caporal:
“Ensíllame al mejor de mis caballos:
¡a ‘Malasuerte’...!”, un magnífico alazán.
Donaciano le monta como rayo.

“¿Que norte llevas?,” pregunta el hacendado
“Me voy muy lejos, patrón, hasta San Juan”.
“Dios te guarde... y ciuda mi caballo”.
Serios se miran patrón y caporal.

No dijo más aquel pobre sirviente.
El peinado camino de la hacienda
parió una estela de polvo indiferente
que protegió al fugado y a su rienda.

Al poco rato el próspero hacendado
halló a la muerte tirando de una yunta
y frunciendo su ceño, disgustado,
sin temor y sin duda le pregunta:

“¿Qué haces por aquí, muerte agraviada?
Mi peón ha huído para no encontrarte,
pues piensa que le hiciste mala cara
y no quiso ni siquiera saludarte.”


“Sí, dice la parca resignada
sacudiendo el faldón de su levita,
ví a Donaciano y estoy muy extrañada.
Es en San Juan donde tenemos cita.”

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