martes, abril 08, 2003


SOBRE LAS MODAS PASAJERAS

Once chamacas güeras se hacen bola en el lobby, son reporteras y tienen el rostro hecho un nudo. Algunas lloran. Se fue la luz y el elevador dejó de funcionar. Un grupo multinacional de jóvenes con chalecos antibalas bajó por las escaleras arriando unas cobijas gruesas, abajo un edredón dorado, encima una sábana blanca bañada de un rojo terrible. Enmedio un reportero que lleva los minutos contados. Luego aparecen otros cargando heridos en shorts, sin zapatos y sin aliento. Gregorio Meraz estaba entre esos paramédicos involuntarios. Hay confusión, incredulidad. Un estruendo de sirenas ahuya descontroladamente; humo y polvo caen sobre la avenida como un manto apocalíptico. Los acomedidos alcanzan varios vehículos y como pueden meten ahí a los heridos y moribundos con rumbo incierto. Casi no hay calles. Los hospitales saturados de desgracia les esperan. Un misil estalló en el corazón del hotel Palestina. Es Irak agonizando. Se ven sus tripas y su rostro exhibe la madre de todas las calamidades. Los palacios de Hussein son epílogo de un libro por escribirse. La guerra no es solamente un tema de moda.

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